Parinoush Saniee

Los que se van y los que se quedan

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Una familia iraní separada por la revolución de 1979 se reúne durante diez días en una casa de la costa de Turquía. La matriarca lleva casi treinta años sin ver a algunos de sus seis hijos, sus nietos no hablan la misma lengua, y se da cuenta de que el peso de los malentendidos y el tiempo transcurrido ha dividido profundamente a su familia: los que se han ido extrañan su tierra, mientras que los que se han quedado en ella envidian las riquezas y comodidades de las que disfrutan sus parientes en el extranjero. Después de varias rencillas, advierte a sus hijos de que es hora de restañar las heridas antes de que la ruptura sea definitiva. Cada uno alberga reproches en su fuero interno, resentimientos nutridos por la ignorancia, la necesidad de presumir de los éxitos o de justificar sus carencias. La madre escucha los diferentes puntos de vista, comprende tanto la nostalgia por la patria como el anhelo por la libertad, y reconcilia a los exiliados con los que nunca partieron.
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220 páginas impresas
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Opiniones

  • Silvia Arenascompartió su opiniónhace 5 días
    👍Me gustó
    🔮Profundo
    💡He aprendido mucho
    🎯Justo en el blanco
    🚀Adictivo
    💧Prepárate para llorar

Citas

  • Silvia Arenascompartió una citahace 5 días
    —No puedo, tío. Me llamo Irán-Dokht y debo hacer honor a mi nombre, Hija de Irán. ¡Tengo tantas tareas pendientes, tanta gente que buscar! Acabo de saber quién soy y tengo que reconstruirme. Tendrás que venir tú.

    —Iré. Iremos todos. Te lo prometo.
  • Silvia Arenascompartió una citahace 5 días
    Nos hemos distanciado tanto a lo largo de los años que lo único que nos mantenía unidos era nuestro apellido. Si nos hubiéramos separado sin habernos sincerado, no nos habríamos vuelto a ver. Ahora sabemos que la vida no es un lecho de rosas en ninguna parte. Evidentemente, a una madre no le hace ninguna gracia enterarse de todas las penurias que han pasado sus hijos, pero así es la vida, con sus altibajos. Lo único que importa es que no estamos solos. Hoy os despediré con el corazón rebosante de alegría. Puede que no os vuelva a ver, pero os pido que os apoyéis unos a otros y estéis siempre ahí para los demás, viváis donde viváis.
  • Silvia Arenascompartió una citahace 5 días
    En mi interior, una vocecita me decía: «No, no fue culpa tuya». Ahora conocía el origen de mi angustia. Sabía qué me faltaba y a qué tenía que enfrentarme. Estaba decidida a no permitir que el odio y las tinieblas se apoderasen de mí. No dejaría que me destrozasen. Me reconstruiría. ¡Quería vivir!
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