El arte de la mediación

Goethe mostró por las nubes en sus poemas: “Las tengo que asimilar todas con los ojos / Pero en absoluto se dejan sujetar por mi pensamiento”125.

Gilles Deleuze ha explicado el giro que dio Turner hacia 1830 como el paso de un pintor de catástrofes a un pintor que indaga en la catástrofe que se encuentra en el mismo corazón del acto de pintar. Con Turner, “lo que es pintado y el acto de pintar tienden a identificarse”122

conocido el comentario que Oscar Wilde hizo a propósito de William Turner en su The Decay of Lying (1898): “Hoy la gente ve la niebla no porque sea niebla, sino porque los poetas y los pintores les han enseñado el misterioso encanto de estos efectos. Tal vez hace siglos que hay niebla en Londres. Admito que es cierto. Pero nadie la veía, y por lo tanto no sabíamos nada de ella. No ha existido hasta que el arte la inventó”121. Wilde llegaba así a la conclusión de que “la vida imita al arte mucho más que el arte a la vida”, al mismo tiempo que relacionaba a Turner con una cierta realización de la autonomía artística que se persiguió demostrar ávidamente durante los años de la modernidad.

El shock benjaminiano se debe entender, en este sentido, como una aportación considerablemente genuina en el marco del pensamiento moderno, puesto que la posibilidad del arte para conseguir un cierto efecto de inmediatez y arremeter contra la integridad del espectador aparece liberada por vez primera de cualquier presunción de autonomía artística.

el arte aparece como uno de los más potentes agentes de mediación para conducir la acción trascendental del espíritu hasta alcanzar la autoconsciencia.