Cuando Gabbi se casó con Benedict Nicols, se habló de la boda de la década, porque se unieron dos destacadas familias adineradas. Benedict se convirtió en el director de un imperio, y Gabbi se transformó en la esposa perfecta. Ella desempeñaba su papel brillantemente, pero nadie hubiera sospechado su secreta tristeza: que amaba a su marido, pero, para él, su matrimonio era sólo un asunto de negocios, sexo y herederos. Ella no quería quedarse embarazada como si ese hecho fuera parte de un trato comercial, pero sabía que, si no lo hacía, su atractiva hermanastra estaría deseosa de desempeñar el papel de esposa y madre.
Tenía que hacer algo para salvar su matrimonio…