Mikayla quería saldar la deuda que su padre tenía con el poderoso magnate Rafael Velez-Aguilera, y solo encontraba un medio: ofrecerse en compensación. Ella sabía que era una locura. A Rafael le gustaban las mujeres experimentadas, y ella era virgen…
A él le intrigó mucho la proposición de Mikayla, y sin perder un momento, le presentó un contrato que especificaba todos sus deberes como amante durante un año. Por supuesto, en el primer lugar de la lista estaba acostarse con él. ¿Sabía Mikayla en lo que se metía?
Rafael era un hombre con una sensualidad a flor de piel, y cuando le hizo el amor, supo que nunca la dejaría marchar…