Yasmina Khadra

Los Corderos Del Señor

Avisarme cuando se agregue el libro
Para leer este libro carga un archivo EPUB o FB2 en Bookmate. ¿Cómo puedo cargar un libro?
  • Tess Pedrocompartió una citahace 5 años
    nosotros. En tu lugar, yo prestaría redoblada
  • Tess Pedrocompartió una citahace 5 años
    Abraham que sacrificara a su hijo amado?

    —Desde luego que sí.

    —¿Por qué?

    —Para dar testimonio de la fe de Abraham —dice Youcef.

    —¡Blasfemia! ¿Te atreverías a insinuar que Dios dudara de Su profeta? ¿Acaso no es omnisciente...? Dios tenía tan sólo un mensaje para todas las naciones. Al pedirle a Abraham que matara a su hijo en lo alto de la montaña, y al poner luego un carnero en lugar del niño, quiso Él hacerles comprender a los hombres que la Fe tiene también sus límites, que se detiene justo donde se ve amenazada una vida humana. Pues Dios sabe lo que es la vida. Pues en ella reside toda Su generosidad.
  • Tess Pedrocompartió una citahace 5 años
    Me gustaría, de todas maneras, que supieras que ninguna mujer en el mundo merece que un hombre derrame una lágrima por ella. Y no es Sarah la mejor de las mujeres. Es bella, como tentadoras son las ilusiones. Si el destino la ha convertido en esposa de otro, dite a ti mismo que el tuyo te ha protegido. En cierto sentido, es buena la desdicha... El amor es una actitud servil, una función subalterna. Es a las mujeres a las que les toca el papel de ejercerlo para merecer nuestra caridad. El drama de la humanidad empieza en el momento en que una mujer es amada, cuando sólo tiene derecho a la satisfacción moderada de su dueño.
  • Tess Pedrocompartió una citahace 5 años
    La Independencia no los ha rehabilitado. Sólo les ha permitido olvidarse de sí mismos, olvidar sus vilezas y su insignificancia, vengarse en los chivos expiatorios, porque son incapaces de perdonar, y menos todavía de tener en cuenta las cosas.
  • Tess Pedrocompartió una citahace 5 años
    Le gustaba la aldea. Ghachimat se parecía a sus gentes. Tranquila, perezosa, la idea de convertirse en un gran pueblo ni siquiera la rozaba. No era cuestión de contaminarse y reventar para existir; le bastaba simplemente con estar allí, al final de un camino o a la vuelta de un montículo, acuclillada en medio de sus huertos, para considerarse el epicentro del mundo. Sus gentes tenían la sonrisa fácil, franco el impulso y, al contrario que la fauna de la ciudad, eran desinteresados.
  • Tess Pedrocompartió una citahace 5 años
    —Tú eres como las mujeres modernas, si no te importa que te lo diga. Crees que te emancipas y lo único que haces es desnaturalizarte.
  • Alejandra Gómezcompartió una citahace 5 años
    La gente no es tan mala. Lo es la miseria
fb2epub
Arrastra y suelta tus archivos (no más de 5 por vez)