El fin de la lectura

yo era entonces muy joven y descarado

“Muchacho, esa carita será tu perdición”

Él fuma durante la mañana. Yo prefiero esperar a después del almuerzo

No fue necesario hacerlo, porque Lisandro entró, se sentó en mi butaca y cerró los ojos para tararear la canción de Miles Davis que yo tenía puesta

Después de varios días empecé a sospechar que había decidido odiarme en secreto por lo de aquella noche

Soñaba con el brazo

La infección bacteriana que había contraído aconsejaba la amputación, si quería reducirse a cero el riesgo de muerte

Lo más humillante para mí había sido tener que cambiar uno de mis billetes en un bar, para poder pagarle al taxista que nos llevó hasta el hospital

el sabor de un helado sólo se disfrutaba de verdad en las noches frías

Cenamos tres raciones de embutido y quesos curados. Nos bebimos dos copas de Lagunilla, cuatro Riojas, dos Palos Cortaos y unos cuantos Riberas del Duero.