La joven miró horrorizada al hombre que se acercaba a ella. Estaba aterrada, y lo peor de todo era que se sentía como si todo lo que estaba pasando no fuera más que un sueño… o, mejor dicho, una pesadilla, de la que deseaba despertar pronto.
—Ven, lo pasaremos bien.
El hombre había tratado de quitarle el pijama y ella no sabía qué hacer para huir de aquello. Observó una ventana a su derecha y, cuando aquel depravado estaba a punto de cogerla, se lanzó por ella, haciendo que el cristal se rompiera por el impacto. Cayó desde un primer piso y sintió como uno de los cristales se le clavaba en el pecho. Pero, pese al dolor, tenía claro que prefería la muerte antes que dejar que ese cerdo la tocara.