Kingsley Amis

Sobrebeber

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Los jugos embriagadores irrumpieron en un mundo apenas estrenado con la castaña del virtuoso Noé y la argucia nefanda tramada por las hijas de Lot para multiplicarse. Ésas fueron las primeras copas y desde entonces han corrido ríos de alcohol por las llanuras literarias (al fin y al cabo, el líquido elemento mana sin pausa como inductor o bálsamo de casi todos las desdichas). Entre los efluvios del siglo XX destaca una cima del pensamiento etílico: Kingsley Amis. La bebida no fue para él una mera contingencia o un complemento de pasiones más hondas, sino una necesidad perentoria, una alegría autónoma y, a menudo, el único argumento de la obra. Amis fue además un maestro de ese humor taimado, lateral e hipotenuso que gastan los caballeros británicos cuando trinchan el pollo, de modo que este libro es el encuentro en la cumbre entre el divino arte de la ironía y una ciencia humana adquirida tras largos años de paciente exploración. Aquí se cruzan la guasa del filósofo y la sapiencia del crápula para impartir doctrina sobre materias de tanta envergadura como la naturaleza ontológica de la resaca, la dieta del beodo, los ardides del tacaño o las fórmulas (seguramente conjeturas) para eludir una borrachera. Aquí se sirve un delicioso cóctel de sosa cáustica y experiencia destilada. Pasen y beban.
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301 páginas impresas
Publicación original
2014
Año de publicación
2014
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Citas

  • Adal Cortezcompartió una citahace 3 años
    Japón; más concretamente la destilería Suntory en Hakushu. Produce cerca de cuatrocientos cincuenta millones de litros de whisky de malta al año, más que en toda Escocia
  • Adal Cortezcompartió una citahace 3 años
    Y ahora, otro genuino Amis, el antiquato, fácil de hacer (para variar) y delicioso, aunque se me haya ocurrido a mí. Sobre unos cubitos de hielo, verter cuatro partes de whisky escocés y una parte del licor italiano amaretto. Añadir un par de toques de angostura, remover a conciencia y ya está. Los que se fijen en esas cosas, habrán reparado en que esta combinación de whisky —más dulzor— más amargor recuerda al «pasado de moda»; y claro está, «antiquato» es la traducción aproximada del término inglés old fashioned.
  • Adal Cortezcompartió una citahace 3 años
    Creo que la bebida más repugnante que he probado en mi vida fue una cosa llamada mezcal que me ofrecieron en un mercado mexicano. Está hecho (según he descubierto) con la misma planta similar al áloe que nos proporciona el tequila, del que constituye una especie de versión barata, si tal cosa es imaginable. Cuando adquirí mi botella, llevaba un paquetito anudado al cuello. En su interior había lo que parecía ser una gamba con polvos de talco. «¿Y esto qué es?», le pregunté a mi amigo americano. «Eso es el gusano —repuso él—, es la mejor parte. No puedes probarlo sin él.» Pero yo lo intenté. Y la cabeza se me llenó de un sabor a garaje o taller mecánico: caucho caliente y plástico, aceite requemado y un pestazo a vapor de ácido clorhídrico procedente del coche en reparación. Cuando le vendí a Mack el resto de la botella, el hombre le echó dentro el gusano empolvado, la tapó de nuevo, removió y se sirvió un buen vaso de líquido grisáceo con motitas de color rosa. Antes le doy a la lejía.
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