El primer paso consiste, como hemos visto, en identificar los pensamientos estresantes. El segundo, en cuestionarlos. Cuidado: se trata de cuestionar, no de eliminar ni sustituir ni transformar nada.
Cuestionar es poner en duda. Nace con la pregunta. En vez de buscar respuestas y pensamientos positivos, nos haremos buenas preguntas