Malibú Renace

Dejaría que el océano la sanara, como lo había hecho siempre.

Había traído destrucción.

Pero también renovación, renaciendo de sus cenizas.

Es el ciclo del fuego

Ahora me toca a mí hacer de Nina —dijo Jay—. Deja que lo haga. Quiero que sepas que no importa dónde estés, no importa lo que pase, tú y todos los demás siempre estaréis a salvo gracias a mí.

—Y a mí —añadió Hud.

—Y a mí —dijo Kit—. Y a Casey —añadió rodeando los hombros de Casey con su brazo.

Y entonces, Nina, sin aliento y aturdida por la alegría que se estaba atreviendo a florecer en su interior, abrazó a sus hermanos y decidió irse. Solo por un tiempo.

Y en cuanto comprendió todo aquello, también comprendió que con el tiempo tendría que abrir la caja que le había dado su padre, la que casi había tirado.

Un día, cuando el mundo tuviera un poco más de sentido, tendría que inspeccionar aquella caja y ver si dentro había algo que valiera la pena salvar. Seguramente, no habría mucho. Pero también estaba segura de que habría más de lo que se imaginaba.

Pero justo entonces, comprendió que su trabajo no consistía en cargar con la caja entera. Su trabajo consistía en clasificar lo que había dentro. Decidir qué guardar y qué dejar atrás.

June había dado a sus hijos aquella caja llena hasta los topes con sus propias experiencias, tesoros y desgracias. Sus propios placeres y culpas, triunfos y pérdidas, valores y prejuicios, deberes y penas.

Era como si June le hubiera dado una caja, como si todos los padres y madres dieran a sus hijos una caja llena de todas las cosas que acarreaban consigo.

June se había ido. Pero sin embargo ahí estaba, viviendo en el interior de sus hijos.

Gracias —susurró Mick al oído de Nina mientras la abrazaba—. Por ser la persona que has sido durante toda tu vida. Y por todo lo que has hecho

Yo solo… Soy un hombre muy egoísta, pero os prometo que os quiero. Os quiero much