—Buenas tardes, inspector —saludó con cierto recato; no quería dejarse llevar por sus sentimientos—. ¿Qué puedo hacer por usted? ¿Se trata de más preguntas?
—No —sonrió él tristemente—. No se me ocurre nada más que preguntar. Simplemente he pasado a verla. Espero no necesitar una excusa para ello.
Charlotte se sintió abrumada y fue incapaz de contestar.