Tal vez mis malestares de la infancia también estaban tratando de decirme cosas importantes en un idioma sin letras que yo no entendía del todo pero igual reconocía, y me decían sal de aquí, esta clase te está aprisionando el cerebro, o me decían no hagas esos ejercicios, los sientes violentos porque tu cuerpo sabe que no necesita instrucciones para correr ni para jugar ni para bailar, o me decían no vayas al colegio, no te pongas ese uniforme horrible, quédate aquí en piyama con tus perras y tu gata y tu abuela y con el patio lleno de matas, que rodeada de seres de otras especies y edades es como puedes aprender más.