Mitos y verdades de las AFP

Manuel Riesco afirma que desde tiempos inmemoriales las sociedades humanas activas y jóvenes han sostenido a quienes no pueden trabajar: niños y viejos. Y que aun en tiempos del latifundio y de la esclavitud, los grandes señores no podían tocar el excedente de tiempo y trabajo que los campesinos y esclavos separaban para hacerse cargo de los suyos, porque de lo contrario se enfrentaban a rebeliones que hacían imposible el sometimiento de su fuerza laboral.

Sin embargo, Hugo Meyer Echeverría, quien fue uno de los cuatro jefes de ventas de Provida en la Región Metropolitana entre 1985 y 2002, sostiene que las AFP grandes también participaron de la guerra sucia y que elaboraron estrategias para quebrar a las pequeñas y reducir los actores en el sistema.

Meyer llegó a dirigir a cuatrocientos vendedores y recuerda que a mediados de los noventa se le instruyó para conformar un equipo de vendedores «gold» a quienes solo pudo dar instrucciones verbales —nada por escrito— para cumplir una misión específica. «La orden fue salir a buscar cotizantes tope, pero solo de las AFP pequeñas. Se nos dijo específicamente que las más grandes y a quienes yo consideraba nuestras directas competidoras, no las tocáramos. A mí me pareció raro, porque yo entendía que la competencia era con ellas y no con las pequeñas».

En su libro Historia de la reforma previsional chilena…, Arenas cuenta que Arellano (quien fue director de Presupuesto bajo el gobierno de Patricio Aylwin y parte del de Frei RuizTagle) tuvo acceso reservado a la encuesta de la Asociación de AFP, que revelaba que «nueve de cada diez personas creían que su pensión sería la remuneración promedio de los últimos meses antes del retiro», a pesar de que ya entonces quedaba claro que las tasas de reemplazo (proporción de la pensión con respecto a los últimos sueldos) no superarían el 40 por ciento.28