P. D. Me gustas

–No necesitamos tradiciones cursis. Somos inseparables.

«Me gustas y eso hace que me enfade conmigo misma»

—¿No lo creen todas las chicas?

Me sorprendí al ver que sus mejillas adoptaban un ligero tono rosado. No sabía muy bien por qué aquello podía darle la más mínima vergüenza. Estaba convencida de que ya lo sabía. Se pasó una mano por el pelo. Luego dijo en una voz tan baja que apenas lo oí:

—Tú no eres todas las chicas.

—¿Con quién hablas?

—Conmigo misma.

—Lo haces mucho.

—Lo sé. Soy la única que me entiende.

primero tiene que encontrarte misteriosa. Luego fascinante. Luego graciosa. Por ese orden. Si sucede un orden distinto, te quedas para siempre con la etiqueta de amiga.

Me gusta tener las palabras en la mano.

Conmigo no eres torpe.

—Sí que soy torpe contigo, lo que pasa es que no sientes la presión de tener que besarme en algún momento, así que me toleras.

Lo siento, lo de ser ella ya me lo había pedido yo.
Había una carita sonriente torcida y luego:
¿Has escuchado a The Crooked Brookes? La. Caña.
No había oído hablar de The Crooked Brookes. Asumí que era el nombre de un grupo o el título de alguna canción. Las similitudes en nuestro gusto musical habían terminado.

Otro mensaje me esperaba en clase de Química al día siguiente. Debajo de mi «Blackout lo peta