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Libros
Herman Melville

Moby Dick

  • Milagros Sánchezcompartió una citahace 9 años
    Cada vez que me sorprendo poniendo una boca triste; cada vez que en mi alma hay un noviembre húmedo y lloviznoso; cada vez que me encuentro parándome sin querer ante las tiendas de ataúdes; y, especialmente, cada vez que la hipocondría me domina de tal modo que hace falta un recio principio moral para impedirme salir a la calle con toda deliberación a derribar metódicamente el sombrero a los transeúntes, entonces, entiendo que es más que hora de hacerme a la mar tan pronto como pueda. Es mi sustitutivo de la pistola y la bala.
  • saulo el hagecompartió una citahace 6 años
    para disfrutar verdaderamente del calor corporal, debe haber alguna pequeña parte nuestra
  • dharamichellmora14compartió una citahace 2 años
    resultaba particularmente escalofriante.
  • Ery Sáenzcompartió una citahace 7 años
    suponiendo que Moby Dick no solamente era ubicua, sino incluso inmortal, y que seguiría nadando viva aunque se le clavaran en los flancos bosques enteros de arpones
  • Pablo Rios Mercadocompartió una citahace 8 años
    Ea, Betty, ve a ver a Snarles el pintor y dile que pinte un letrero: «Se prohíbe suicidarse aquí y fumar en la sala»; así podríamos matar los dos pájaros de una vez.
  • Aisha Kainzcompartió una citahace 8 años
    la meditación y el agua están emparejadas para siempre.
  • ramirezhflor2060compartió una citahace 5 meses
    El caso es que metí un par de camisas en mi viejo bolso y salí dispuesto a llegar al Cabo de Hornos o al Pacífico.
  • manch lindacompartió una citael año pasado
    marinero de proa recibe más cantidad de aire puro que los oficiales, que van a popa
  • manch lindacompartió una citael año pasado
    el marinero de proa recibe más cantidad de aire puro que los oficiales, que van a popa y reciben el aire ya de segunda mano.
  • apostrofe2007compartió una citahace 2 años
    udín.

    —¿Dónde está ese arponero? —pregunté al dueño—. ¿Es alguno de éstos?

    —No. El arponero es una especie de negro, y no tardará.

    Terminada la cena, pasamos de nuevo a la sala común, que no tardó en llenarse de un grupo de marineros salvajes, que según dijo el dueño era la dotación del Grampuss. Acababan de desembarcar y componían una buena colección de bandidos que se lanzaron inmediatamente al mostrador, dispuestos a acabar con todas las existencias de licor, si es que licor podía llamarse al veneno que allí vendían.
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