En “El uso correcto de las manos” se construye una forma de percibir esas extremidades. Percibirlas en los usos que se requieren en situaciones particulares (cincelar las tablas de la ley, recibir al recién nacido en el mundo, crear magia o su simulación); percibirlas en su posible ausencia (por accidente o por una mala jugada del proceso evolutivo); percibirlas en su historia o en la de la humanidad. También, se aprecia el trabajo con la sensibilidad y la fuerza de las manos, de los dedos, de las falanges, de las articulaciones necesarias para que produzcamos el día a día de nuestras vidas o un evento maravilloso.