Huracanes II, si bien es una obra en sí misma y no es necesaria la lectura de Huracanes para comprenderla, comparte unidad temática con esta, así como también el mismo objeto lírico del que nace la inspiración del poeta.
Pero, a pesar de ser hijos de la misma pluma, tiene algunos matices que lo hacen diferente a su antecesor; entre estos, algunas variaciones en el tono, un hablante lírico más firme y sereno, y una deliciosa combinación entre elementos estéticos recién integrados y una arrebatadora pasión plasmada en cada verso por el autor, ya más consciente y experimentado.
Pero, sobre todo, conserva el mismo concepto que refleja la intensidad de las emociones que se tornan una fuerza poderosa que emerge del corazón y se expresa en una amplia gama que va desde la felicidad al dolor.