Tras la muerte de su padre, Ludovico ve cómo el lujoso palacio florentino donde él se ha criado deja de ser un lugar seguro y apacible, para convertirse en un intrincado laberinto donde el peligro acecha, y la conspiración se lee en las miradas.
Ludovico descubre que ser el nuevo señor de Santostefano supone el fin de su infancia y la amenaza de nuevos riesgos. La inseguridad, el dolor ante la traición y la lucha entre lo que quiere y lo que debe hacer se agolpan en su cabeza, y le llevan finalmente a tomar una valiente decisión.