Sean O'Banyon era un banquero despiadado que se comía a los financieros de Wall Street cada día. ¿Cómo era posible entonces que estuviera perdiendo el sueño por una enfermera con vaqueros gastados y una camiseta demasiado grande para ella? Quizá fuera culpa de aquellos cálidos ojos verdes, o por el modo en que se ruborizaba cuando él le hacía algún comentario personal. La química que había entre ellos era sencillamente innegable, pero tarde o temprano, Lizzie descubriría sus secretos más oscuros. Sean tenía grandes problemas para confiar en los demás y… no tenía deseo alguno de formar una familia.