Me empeñé en perseguir mi sueño, como hizo mi hermano Owen, y me topé con un lugar inhóspito y peligroso. Ignoré las señales de aviso. Me inmiscuí en un mundo de hombres y me empeñé en demostrar a todos que yo, Maisha Brooks, una mujer con sangre africana, podía encontrar mi sitio entre ellos. Fingí que nada me daba miedo. Ni aquel ambiente tosco, sucio, desordenado, estresante, arriesgado… Ni ellos. Ninguno de ellos. Por mucha testosterona que me rodeara, me negué a aceptar que mi género me condicionara para alcanzar mis objetivos, y rechacé la idea de que ello truncara mi suerte. Rehusé el hecho de que mi afición, mi pasión, me fuese inaccesible por el simple hecho de ser mujer. ¡Ja, y un cuerno! Ignoré las recomendaciones de Matt. Me cansé de su infinita protección, de su constante vigilancia y de su indecisión. Sí, de esto último también. ¿Por qué diantres no se atrevía a reconocer que me amaba tanto como yo a él? ¿De verdad había olvidado todo lo que nos ocurrió en el pasado? Yo jamás podría… Me cansé de esperar a que diese el paso y, cuando decidió hacerlo, Connor se lo impidió arrastrándome a su mundo con tanta fiereza que creó una brecha en mi interior. Una tan grande, que difícilmente podría olvidar.
