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Alex Beer

El segundo jinete

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Una historia cautivadora ambientada en la Viena de entreguerras, por la nueva estrella de la novela negra austríaca.Viena, poco después del final de la Primera Guerra Mundial. El esplendor de la ciudad imperial es cosa del pasado, Viena se hunde en el hambre y la miseria. August Emmerich, que participó en la guerra y oculta las secuelas de una herida en la pierna, descubre el cuerpo de un mendigo que presuntamente se ha suicidado. Como investigador experimentado, no confía en las apariencias, pero no tiene evidencias que prueben su teoría de que se trata de un asesinato y su superior archiva el caso. Emmerich y su asistente, Ferdinand Winter, deciden llevar a cabo su propia investigación, y así comienza una persecución apasionante y llena de peligros por las calles de la sombría Viena de posguerra, repleta de seres marginados, criminales y ciudadanos que luchan por sobrevivir.
Este libro no está disponible por el momento.
319 páginas impresas
Publicación original
2020
Año de publicación
2020
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Opiniones

  • Marta Rimoldicompartió su opiniónhace 3 años
    👍Me gustó

    Me pareció muy buena la ambientación. Se aprende y también conmueve. Me encantaron el inspector y su ayudante

Citas

  • Joan Manuelcompartió una citahace 3 años
    —La mujer de mi primo tiene un hermano que estuvo destinado en Galitzia. Allí perdió un ojo y media nariz. Ahora lleva una prótesis facial horrenda.

    —La historia de ese tipo no nos interesa. Ve al grano —le ordenó Kolja.

    Simon bebió un trago y miró sorprendido a su jefe.

    —Buen material.

    —Estás aquí para hablar, no para emborracharte. Así que…

    Simon vaciló y respiró hondo.

    —El caso es que… —empezó—, el hermano de la mujer de mi primo dice que circulaban rumores sobre atrocidades. Cosas horribles. Se decía que un grupo de soldados del Ejército Imperial y Real masacraron a civiles. Mujeres, viejos y niños. Incluso niños de pecho. Que les hicieron unas cosas tan brutales que habrían horrorizado al mismísimo Belcebú. Uno de ellos era tan cruel que se ganó el apodo de la Bestia de Leópolis. Al parecer, incluso sus camaradas lo temían. Lo que más le gustaba era rajar la barriga de las mujeres…

    —Y los hombres de la fotografía… —Emmerich fue comprendiendo a dónde quería ir a parar Simon—… eran ellos. —Simon vació su vaso y se levantó—. ¿Puedo irme ya? Tengo trabajo. Está a punto de llegar una nueva entrega.

    Kolja asintió con un gesto, y Simon iba a despedirse cuando Emmerich lo retuvo.

    —¿Cuál? —le preguntó—. ¿Cuál de ellos era la Bestia? —Empezaba a adivinar por qué habían vuelto irreconocible una de las caras de la fotografía.

    Simon se encogió de hombros, y antes de que Kolja o Emmerich pudieran decir nada, desapareció.

    Emmerich, que se sentía como si lo hubieran atropellado, respiró hondo. Criminales de guerra. Según se rumoreaba, los hombres que él consideraba víctimas dignas de compasión, y por las que había arriesgado la vida, eran criminales de guerra. Era un giro que no había previsto.
  • Marta Rimoldicompartió una citahace 3 años
    El corazón le dio un brinco que lo sacó a la fuerza de la tristeza
  • Marta Rimoldicompartió una citahace 3 años
    tenía un aire encantador y trágico a un tiempo, como una novia a quien esperara la muerte en el altar

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