Elena Garro

Los recuerdos del porvenir

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  • Inéscompartió una citahace 10 meses
    Nada son cuatro letras que significan nada», y la nada era estar fuera de ese cuarto, de esa vida, era no volver a caminar el mismo día durante tantos años: el sosiego.
  • Inéscompartió una citahace 10 meses
    El general sólo sabía de la existencia de unas calles, y a fuerza de creer en ellas se le volvían irreales y sólo las tocaba persiguiendo a las sombras que hallaba en sus esquinas. Su mundo fijo nos los cobraba en crímenes.
  • Inéscompartió una citahace 10 meses
    No pienso, oigo un chorrito de arena que cae adentro de mi cabeza y que me está cubriendo toda…
  • Inéscompartió una citahace 10 meses
    Él no quería pensar. ¿Para qué? Todos los pensamientos lo llevaban al esfuerzo que debía hacer en las noches para compartir un lecho rodeado de sombras.
  • Inéscompartió una citahace 10 meses
    Y descubren también que hubo un tiempo en que pudieron poseer el viaje inmóvil de los árboles y la navegación de las estrellas, y recuerdan el lenguaje cifrado de los animales y las ciudades abiertas en el aire por los pájaros.
  • Inéscompartió una citahace 10 meses
    Extraviados en sí mismos, ignoraban que una vida no basta para descubrir los infinitos sabores de la menta, las luces de una noche o la multitud de calores de que están hechos los colores. Una generación sucede a la otra, y cada una repite los actos de la anterior.
  • Inéscompartió una citahace 10 meses
    Cástulo tenía miedo de salir a la oscuridad de la calle y encontrarse en esas soledades. Sabía que la casa estaba patrullada y que los soldados no tendrían ninguna consideración con él. Cualquier palabra, el menor movimiento sospechoso le costaría la vida.
  • Inéscompartió una citahace 10 meses
    A medianoche los hombres cogían los caminos secretos y se escapaban de Ixtepec para unirse a los alzados. Abacuc dormía de día y en la noche aparecía dando un alarido en los pueblos vecinos.
  • Inéscompartió una citahace 10 meses
    Francisco Rosas lo escuchaba sin oírlo. Quería olvidar a esas gentes y al sacristán. Él andaba en busca de algo más intangible, perseguía la sonrisa de un pasado que amenazaba esfumarse como una voluta de humo. Y ese pasado era la única realidad que le quedaba
  • Inéscompartió una citahace 10 meses
    enemigos invisibles. Se hundía en un espejo y avanzaba por planos sin fondo y sólo alcanzaba el insulto de un árbol o la amenaza de un tejado. Lo cegaba el reflejo del silencio y de una cortesía que le cedía las aceras y la plaza. Así le habían arrebatado a Julia, engañándolo con gritos que nadie profería y enseñándole imágenes reflejadas en otros mundos
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