Estaba en sus manos… ¡y fuera de control! Imposible, exasperante e irresistible. Kristian Koumantaros era el paciente más difícil al que había tenido que cuidar Elizabeth en toda su vida. El arrogante millonario griego estaba acostumbrado a controlarlo todo, por eso le costaba tanto aceptar la ceguera temporal provocada por un accidente de helicóptero y se negaba a quedar a la merced de cualquier empleado… ¡sobre todo si se trataba de una mujer! Sola con Kristian en su lujoso retiro, Elizabeth no podía evitar sentir toda la fuerza de su carisma sexual, algo que iba a obligarla a irse… como habían hecho las otras siete enfermeras que lo habían atendido antes que ella. Sin embargo Kristian se negaba a dejarla marchar y estaba dispuesto a utilizar todas las armas de las que aún disponía… entre las que estaba su potente masculinidad.