Libros
Jesús Rojano Martínez

Salvador Allende

Este libro ha sido considerado por diversos lectores y críticos como el más completo y riguroso ensayo biográfico sobre Salvador Allende y su tiempo histórico. Ha sido también merecedor de uno de los galardones más prestigiosos del mundo hispanohablante: el premio Jovellanos del Principado de Austrias, otorgado en España. El jurado, integrado por notables intelectuales europeos, ha destacado «la excelente expresión literaria y alto contenido testimonial de una obra que refleja pasajes cruciales de la historia de Chile». En efecto, el libro aborda las diferentes facetas en la vida y la personalidad de Salvador Allende en un relato que también ahonda en la situación histórica, política y social de Chile, un país ilustrado y próspero en el oligárquico siglo XIX, que desde principios del siglo XX quedó roto y polarizado ante la emergencia de una pujante clase media y de un poderoso movimiento obrero. Una nación que, como el propio Allende, tuvo que reinventarse a sí misma. «Quiero ser Presidente de este país para cambiarlo», decía quien fuera el ministro más joven del Frente Popular, fundador del Partido Socialista y, tras cuatro campañas electorales Presidente de la República durante mil días.
En forma ágil y amena el autor se interna en el personaje y con singular maestría le da la palabra, permitiendo que sea Allende quien se exprese en distintos momentos de su vida personal y política. Construye así una inédita y penetrante visión sobre un referente ineludible de la historia de Chile, y la interrupción de la «vía chilena al socialismo», poniendo luces en las interrogantes que aún permanecen vigentes.
437 páginas impresas
Propietario de los derechos de autor
Bookwire
Publicación original
2023
Año de publicación
2023
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Citas

  • Cristian David Hernandez Chavescompartió una citahace 2 meses
    Seguramente Radio Magallanes será acallada y el metal tranquilo de mi voz no llegará a ustedes. No importa. La seguirán oyendo. Siempre estaré junto a ustedes. Por lo menos mi recuerdo será el de un hombre digno que fue leal con la gente.

    El pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo no debe dejarse arrasar ni acribillar, pero tampoco puede humillarse.

    Trabajadores de mi patria, tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo donde la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor.

    ¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!

    Estas son mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano, tengo la certeza de que, por lo menos, será una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición.
  • Cristian David Hernandez Chavescompartió una citahace 2 meses
    Palacio de La Moneda,

    11 de septiembre de 1973, 9.10 AM

    Radio Magallanes, habla el presidente Allende:

    Seguramente, ésta será la última oportunidad en que me pueda dirigir a ustedes. La Fuerza Aérea ha bombardeado las torres de Radio Portales y Radio Corporación. Mis palabras no tienen amargura, sino decepción. Que sean ellas el castigo moral para los que han traicionado su juramento: soldados de Chile, comandantes en jefe titulares, el almirante Merino, que se ha autodesignado, más el señor Mendoza, general rastrero que sólo ayer manifestara su fidelidad y lealtad al Gobierno, y que también se ha autodenominado Director General de Carabineros. Ante estos hechos sólo me cabe decir a los trabajadores: ¡Yo no voy a renunciar!

    Colocado en un trance histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo. Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que entregáramos a la conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrá ser segada definitivamente. Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos.

    Trabajadores de mi patria: quiero agradecerles la lealtad que siempre tuvieron, la confianza que depositaron en un hombre que sólo fue intérprete de grandes anhelos de justicia, que empeñó su palabra en que respetaría la Constitución y la ley, y así lo hizo. En este momento definitivo, el último en que yo pueda dirigirme a ustedes, quiero que aprovechen la lección: el capital foráneo, el imperialismo, unido a la reacción, creó el clima para que las Fuerzas Armadas rompieran su tradición, la que les enseñara Schneider y que reafirmara el comandante Araya, víctimas del mismo sector social que hoy estará en sus casas esperando con mano ajena reconquistar el poder para seguir defendiendo sus granjerias y sus privilegios.

    Me dirijo sobre todo a la modesta mujer de nuestra tierra, a la campesina que creyó en nosotros, a la obrera que trabajó más, a la madre que supo de nuestra preocupación por los niños. Me dirijo a los profesionales de la patria, a los profesionales patriotas que siguieron trabajando contra la sedición auspiciada por los colegios profesionales, colegios de clase, que defendieron también las ventajas de una sociedad capitalista de unos pocos.

    Me dirijo a la juventud, a aquellos que cantaron y entregaron su alegría y su espíritu de lucha.

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