Solemos decir que no estuvo en nuestra mano qué padres nos tocaban en suerte, que nos fueron dados al azar: mas nos es posible nacer para nosotros a nuestro albedrío. Hay familias de ingenios esclarecidos: elige en cuál quieres ser acogido; serás adoptado no sólo para el nombre, sino también para los bienes mismos, que no habrás de guardar con avaricia y mezquindad: más grandes se harán a 4medida que los compartas con más gente. Ellos te facilitarán el camino hacia la eternidad y te alzarán hasta una posición de la que nadie puede ser desalojado. Éste es el único sistema para prolongar la mortalidad, más aún, para transformarla en inmortalidad. Los cargos, los monumentos, todo lo que la ambición ha impuesto con sus decretos o ha construido con sus obras, rápidamente se derrumba, nada deja de derribar y remover una prolongada vejez; por el contrario, no puede causar daño a las cosas que ha inmortalizado la sabiduría; ninguna edad las borrará, ninguna las menguará; la siguiente y la que siempre vendrá luego contribuirán en algo a la veneración, puesto que, por descontado, la envidia se encuentra en las proximidades, con más sinceridad 5admiramos lo situado en la lejanía. La vida del sabio, entonces, es muy extensa, no lo ciñen los mismos límites que a los demás: sólo él se libera de las leyes del género humano, todos los siglos están a su servicio como al de un dios. Ha transcurrido un tiempo, lo capta con el recuerdo; está encima, lo emplea; va a llegar, lo anticipa. Le alarga la vida la reunión de todos los tiempos en uno solo.