La experiencia hermenéutica

para sí un modo de vida. En la comprensión de la obra literaria se ve lo que se ve, y se ve también lo que no se ve.

No obstante la brevedad de las obras de Baudelaire y Lis­pector, emerge de su lectura la experiencia conjugada de quien suscribe determinada interpretación, toma su propia posición y desplieg

Los escritores escrutan el acontecer de personajes como estos, para que la escritura abra a los lectores horizontes de aprehensión y com­prensión.

En “El triunfo” la excedencia estrecha los dominios de lo in­terior y lo exterior, pero es necesario que una conciencia consiga verlo e incorporarlo como vivencia.

El lector bien puede interrogar: ¿qué ha llevado a este hombre a comprender que la única ruta que puede llevarlo de la desazón que en­cierran para él todos los días, a los placeres del vino, es ser el asesino de su mujer, que fuera su amante y fuera su pasión?

Me anima responder en los siguientes términos: una y otra obra revelan que, una vez se rompe el lazo de la unión, sea en el hombre, sea en la mujer, sobreviene un estado de euforia y feliz resurrección.

lleva la lectura de estas obras?;

Dicho así, ¿a qué suerte de com­prensión

ambas obras revelan al lector que no constituye el amor una verdad de apuño, y que el comportamiento de las personas, cualquiera que este sea, responde a una estructura profunda.

Pero para alcanzar comprensiones como estas, la lectura exige aten­ción, porque si se lee de corrido, sin pasar a niveles mayores del sentir y el discernir, sencillamente, no habrá comprensión.