Se llamaban Mohán y Ranee. Se habían habituado a vivir en esclavitud, alimentados a horas fijas, sin más destino que recorrer incansablemente el reducido espacio de su prisión. Pero un buen día les abrieron la puerta y pudieron escapar. Lentamente, sus instintos adormecidos despertaron, impulsándolos a buscar su alimento, a cazar, a matar para comer. Y muy pronto se habituaron a esperar la presa más fácil: el hombre. En todo el pueblo no hay más que una persona que pueda hacerles frente. También él ha matado seres humanos y sabe perfectamente cómo atrapar a un tigre. Cazador y fieras se enfrentarán en un clima alucinante y sobrecogedor.
