Es en la tercera etapa de su evolución cuando el nervio vago alcanza su forma más compleja y alentadora en la forma de herramienta de aproximación y de conciliación. Para Porges, el vago humano es un sistema de compromiso social, una alternativa a la respuesta de lucha o huida, avanzada desde el punto de vista evolutivo y eficiente desde el punto de vista metabólico, que promueve la diplomacia en lugar de la confrontación. Hablar con voz calma y tranquilizadora, establecer contacto visual, mostrar expresiones faciales que transmitan cooperación antes que confrontación, todo esto contribuye a evitar una lucha metabólicamente costosa y potencialmente destructiva calmando de manera decisiva nuestra agitación visceral. Podría decirse que el nervio vago constituye el cuerpo diplomático del organismo.