Para mí, vuestro matrimonio ha sido ejemplar en muchos aspectos, en cuanto a fidelidad, ayuda mutua y número de hijos; incluso más tarde, cuando los hijos se hicieron mayores y empezaron a turbar la paz, vuestra unión como tal quedó completamente a salvo de ello. Y quizá fue precisamente ese ejemplo lo que determinó mi elevado concepto del matrimonio; mi incapacidad para llevar a la práctica mis proyectos se debe a otros motivos. Concretamente, a tu actitud para con tus hijos, de la que trata toda esta carta.