Ya no soy la amante

Mi ex había vuelto a ser el casanova que me rescató en su día en la playa, de palabra vivaz y miradas capaces de desarmarme si se lo proponía.

La vida está llena de fines de semana y tú vas a caer más de uno de ellos...

—Sé que soy capaz de vivir sin ti, Bomboncito. Lo que pasa es que no quiero.

Eres un buen amante... pero una pésima pareja.

«Pero allí has estado tú, pensando en cómo le hacía el amor a su esposa mientras que a ti solamente te follaba.»

—Porque sabes que no sirve de nada tratar de convencerme de las cosas cuando la cabeza dice una cosa y el corazón dice exactamente lo contrario.

¿Qué sientes? —me preguntó con desprecio, con la voz desgarrada por la impotencia y el malestar que sentía... por la rabia que me merecía, por el cabreo que no podría compensarle por más veces que le dijera un inútil «perdóname».

—No sabes lo que te echaba de menos en mi cama, Octavio. Te quiero.
Estaba medio dormida, acurrucando mis nalgas contra la pelvis de Oziel, pero recuerdo perfectamente

la noche.
—Voy a desnudarte con lentitud, con calma, disfrutando de cada trozo de piel expuesta. Quiero hacerlo poco a poco porque no sé exactamente lo que voy a hacer después.

desnudarte deseo disfrutarlo de esta manera... dolorosamente despacio.