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Patricia Espindola,Silvano Espindola

Stop: Sentimientos, noviazgo y sexo

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  • b1150541568compartió una citahace 5 años
    O sea, que tiene que ser con Dios, no hay otra forma
  • b1150541568compartió una citahace 5 años
    O sea, que tiene que ser con Dios, no hay otra forma.
  • b1150541568compartió una citahace 5 años
    Que a los sentimientos no los puedes manejar a través de la razón, la inteligencia o el conocimiento.
  • b1150541568compartió una citahace 5 años
    Qué te sugiere esa definición?
  • b1150541568compartió una citahace 5 años
    son el futuro, pero nadie les enseña a vivir el hoy, y el hoy condiciona definitivamente el mañana.
  • autumnmorningcompartió una citahace 7 años
    «Mañana comerás lo que siembres hoy».
    «No expongas tu corazón y tu vida ante nadie que no esté dispuesto, de verdad, a dar su vida por ti».
  • autumnmorningcompartió una citahace 7 años
    Debes meter a Dios en el cuento, él desea que disfrutes de tu juventud y no que la sufras; su deseo es que tengas una juventud alegre, no triste y amargada. Él anhela que disfrutes de tu presente de una forma sabia y sana
  • autumnmorningcompartió una citahace 7 años
    No más lágrimas nuevas sobre recuerdos viejos»
  • autumnmorningcompartió una citahace 7 años
    oídos porque oyen. Porque les aseguro que muchos profetas y otros justos anhelaron ver lo que ustedes ven, pero no lo vieron; y oír lo que ustedes oyen, pero no lo oyeron».
    —Mateo 13:16–17
    El diccionario, al definir la palabra sentimiento, dice: «Es la parte afectiva del ser humano, por oposición a la razón».
    ¿Qué te sugiere esa definición?
    Que a los sentimientos no los puedes manejar a través de la razón, la inteligencia o el conocimiento. O sea, que tiene que ser con Dios, no hay otra forma.
    No puedes guardar tu corazón sin involucrar a Dios y su Palabra en el asunto.
    Puedes manejar todos los temas: teológicos, filosóficos, éticos, mundanos, científicos, matemáticos, administrativos y es posible que seas el más inteligente de la tierra, pero si no sabes qué hacer cuando tu corazoncito empieza a latir un poco más rápido por alguien, estás liquidado. Como siempre digo, estás Friquis Mortis, viejo.
    Anhelo ver una juventud inteligente, sabia, que esté más allá de si se peina con los pelos parados o estirados, si están pintados o cortados, o si se ponen aretes o no. No me importa, solo me interesa que tengan su corazón puro para Dios.
    Quiero ver a una juventud que cuide más su corazón que su pelo y su aspecto.
    Que entienda que Dios no le va a mirar las orejas ni el pelo sino el corazón, y que si allí todo está bien, con aretes, con gel, con rasta o sin ellos, Dios los va a bendecir igual.
    No le expongas tu corazón a nadie, presta mucha atención a lo que sigue y grábatelo en tu mente y tu corazón.
    No le expongas tu corazón a nadie que no esté dispues-to, de verdad, a dar su vida por ti… no vale la pena.
    Por eso te animo a que no te pierdas todo lo que viene y podrás marcar la diferencia en medio de un mundo que no sabe qué hacer con un corazón alborotado y enamorado.
    ¿Has estado enamorado alguna vez? ¿Y después se te pasó… y luego te volviste a enamorar… y más tarde te volviste a desenamorar?
    No te sientas mal si te ha pasado eso, creo que es algo que sucede con mucha frecuencia y a todos nos ocurre o nos ha ocurrido.
    ¿Crees que son malos o buenos esos sentimientos?
    El noventa y nueve por ciento de las personas declara con convicción que son buenos, y yo también lo creo así. Pero, después de analizar la vida de miles de jóvenes al trabajar con ellos, aconsejándolos y pastoreándolos, he llegado a los siguientes cuestionamientos:
    ¿Por qué algo que no es malo causa tanto daño?…
    ¿Tanto dolor?…
    ¿Tantos estragos?…
    ¿Tantas lágrimas?…
    ¿Tanta tristeza, tanta depresión?…
    ¿Y tantas muertes (suicidios, crímenes pasionales)?
    *¿Por qué algo bueno se puede volver tan peligroso?
    Para resolver todas estas interrogantes es necesario leer y entender 1 Corintios 13:8, donde se nos dice algo definitivo, que no podemos pasar por alto al analizar este candente tema de los sentimientos: «El amor jamás se extingue».
    Esto me cuestiona…
    ¿Qué sucede, quién está equivocado, Dios o lo que yo siento?
    ¿En quién confiar?
    Me he dado cuenta de que existen sentimientos falsos y sentimientos verdaderos.
    Los sentimientos falsos: tienen su origen y sus cimientos en los sentidos.
    Los verdaderos: tienen su origen en los sentidos, pero sus cimientos están en Dios y su palabra.
    Es obvio que la persona con la cual deseas mantener una relación romántica te tiene que gustar, tiene que llamarte la atención de alguna manera, su aspecto, su inteligencia, su corazón, su dinero (es un chiste), algo tiene que te atrae, y ese algo es captado de forma general por tus sentidos (casi siempre por la vista, a veces por el oído… espero que nunca sea por el tacto). A partir de ahí tienes que tomar una decisión acerca de qué rumbo le vas a dar a lo que estás sintiendo: si te vas detrás de tus sentidos y edificas sobre ellos, o si te vas detrás de tus sentidos y edificas sobre lo que Dios dice, no hay más.
    Solo puedo decirte que Patricia y yo elegimos obedecer lo que Dios dice, hoy tenemos cinco hijos y dieciocho años de casados, y parecemos novios que recién comienzan su relación y cada vez nos amamos más.
    Y también puedo decirte con la misma seguridad que cada vez que dejes viajar tu corazón detrás de lo que viste, oíste o tocaste, detrás de los impulsos de tus sentidos, sos candidato a: resultar herido, a vivir una fantasía con un trágico final, a terminar decepcionado, resentido y amargado. sos candidato fijo a sobrevivir cantando «la vida me engañó» y con la desafortunada decisión de no volver a confiar en nadie, de engañar antes de ser engañado, y de lastimar antes de ser lastimado.
    Permíteme compartir contigo cuatro puntos para exponerte por qué algo tan bueno se puede volver tan peligroso y dañino.
    1. Porque los jóvenes no saben manejar los sentimientos
    «Por sobre todas las cosas cuida tu corazón, porque de él mana la vida».
    (Proverbios 4:23)
    Estoy convencido que este es el consejo de Dios más desatendido por los solteros, sin importar la edad que tengan. Dios no te dice: «Cuida tu virginidad» o «Cuida tu apariencia» o «Cuida la cordura» o «Cuida el dinero»… Pierdes todo esto y mucho más en el momento en que desatiendes el consejo de Dios y expones tu corazón.
    Todo está perfecto hasta que el corazoncito empieza a latir más rápido de lo normal cuando cierta persona aparece, el entusiasmo, las ansias desbordan a la persona y comienza a sentir una necesidad irresistible de contárselo a sus mejores amigos.
    Si es mujer: su mejor amiga tendrá que revestirse de una paciencia sobrenatural para escuchar la misma historia cien mil veces, y si no termina enamorada ella también del mismo sujeto, está cerca.
    Si es hombre: su mejor amigo pasará un proceso similar, y en ambos casos estos amigos se transformarán en cómplices, en confidentes, y en cualquier momento en sospechosos (y si algo sale mal, quizás hasta en «culpables»).
    De todas maneras, serán espectadores de lujo de todo este episodio, lo cual es suficiente estímulo para soportar cualquier cosa que venga.
    Creo que ahí radica el primer gran error, como no saben qué hacer, lo mejor que se les ocurre es compartir la carga, compartir la responsabilidad. Sin embargo, no consideran el hecho de que al abrir sus bocas sus vidas emocionales y sentimentales quedan en otras manos, o mejor dicho en otras bocas, las cuales por lo general no pueden mantener guardado un secreto que merece conocerse.
    No sé si debo ser suspicaz pero lo seré, me parece que en el fondo anhelan que la otra persona se entere de que a ellos les gusta, algo que sin dudas va a pasar, porque aun cuando no hablen pareciera que tienen un letrero que lo afirma en la frente, se ponen colorados cuando esa persona les habla, les sudan las manos, se equivocan al hablar, tartamudean, no pueden dejar sus ojos quietos, miran hacia todos lados, terminan moviéndose como Steve Wonder cuando canta… y déjame decirte lo que va a suceder cuando la persona en cuestión se entere que te interesa y te atrae…
    Linda, inocente y soñadora jovencita o jovenzota: si el muchacho se entera de que te gusta, presta atención a lo que va a pasar: él se va a pavonear delante de ti, te mirará de reojo con miradita pícara, con una mirada matadora, al mejor estilo Enrique Iglesias. Y tú pensarás: «Ah, me miró, me parece que le gusto, qué afortunada soy». Hummm, demasiado inocente; él sabe que va a lo seguro, sabe que estás muerta por él, el juego de la muerte (tu muerte emocional y sentimental) ha comenzado. ¿Cuándo atacará? Él decidirá el momento, pero no será antes de ilusionarte, antes de jugar emocional y sentimentalmente contigo.
    Te lo digo como hombre, él no te perdonará, eres una presa fácil y terminará besándote y no sé que más. Muchas han sido usadas sexualmente y después cuando reclaman atención, tiempo, detalles y cariño las dejan tiradas revolcándose en su dolor, tristeza, resentimiento y en su posterior herida.
    ¿En realidad crees que eso es lo que Dios quiere para tu vida?
    Créeme que no. Dios te ama como nadie y anhela que de tu corazón solo fluya vida (y cuando dice vida quiere significar alegría, deleite, paz, amor), no amargura, dolor, ni odio.
    Apuesto, iluso y esperanzado jovencito o jovenzote: si ella se entera de que te gusta, presta atención a lo que va a pasar, aunque en este caso tengo que separar la respuesta en dos: antes y ahora.
    Antes: Hace algunos pocos años las mujeres eran diferentes a como son ahora, si no te correspondían, por lo general se sentían mal y les afloraba un sentimiento maternal que terminaba matándonos, ya que nos decían de frente lo mal que se sentían por no sentir lo mismo que nosotros y que mejor fuéramos buenos amigos o nos enamoráramos de fulana (la fea, que por supuesto a nosotros no nos interesaba ni nos gustaba para nada). Eso era igual a que te pusieran un jugoso bife de lomo delante, mientras te encontrabas muerto del hambre, babeándote, y que te dijeran: «Solo lo puedes mirarlo, olerlo, admirarlo… nada más» o «Por qué en su lugar no te comes este pedazo de carne común quemada». Tal cosa sí que era como decían algunos una muerte lenta.
    Uno quedaba devastado sentimentalmente, con el ánimo destruido, sintiéndose más feo que el jorobado de Notre Dame, o sea con la autoestima por el piso… pero sabiendo que podía contar con ella como una amiga o una segunda mamá. (¡Repugnante!).
    Ahora: Por desgracia, los tiempos han cambiado; antes las chicas tenían más dignidad, eran más difíciles, más nobles. Hoy se regalan, se lanzan de cabeza ante cualquiera, se besan con todos, se emborrachan a la par de los muchachos, se dejan manosear y se acuestan con todos los novios que tienen. Así que, muchacho, no te sorprendas si juegan con tus sentimientos y después te botan a la basura como si tus sentimientos no importaran para nada, mientras tu corazón herido se endurece y pierde la capacidad de amar. (¡Oigan chicas, Dios dice que ustedes son princesas, no locas y mucho menos prospectos de prostitutas! No son pedazos de carne para que cualquier gato venga y las use. Él las creó para ser consentidas, amadas, cuidadas, honradas, protegidas, respetadas, nunca olviden eso).
    En el versículo antes mencionado veíamos que Dios insta a cuidar el corazón por sobre todas las cosas, porque de él mana la vida, y a raíz de eso quiero tocar un tema que ustedes quizás no han experimentado (lo cual es mi deseo): sanidad interior.
    No saben la cantidad de adultos que vagan por esta tierra amargados, contaminando a sus familias, sus trabajos, sus barrios, sus iglesias, sus corazones; no destilan vida, alegría, paz, amor, bondad, sino dolor, tristeza, odio, venganza, quejas, resentimiento y sufrimiento. No aman, no son capaces de hacerlo.
    En algún momento de sus vidas expusieron sus corazones en lugar de guardarlos, prefirieron «morir por amor» (¡cuidado con esto, pues solo Jesucristo murió por amor!) a vivir con sus sentimientos reprimidos.
    —Entonces, Silvano, ¿Dios no quiere que yo me enamore? ¿Cómo me puedo enamorar sin entregarme sin reservas?
    —¿Quién dijo que tienes que entregarte sin reservas? Eso es en el matrimonio, no ahora cuando ni siquiera conoces a la otra persona.
    Lo que Dios quiere es que no suframos, que no nos lastimen ni lastimemos a nadie. Él desea que aprendas a amar, que aprendas a cuidar y guardar tu corazón; sus consejos son protectores, no prohibitivos, para que puedas amar de verdad en el momento apropiado. Ten en cuenta esto: cualquiera se enamora, pero no cualquiera ama de verdad. Cuidado con confundir el amor verdadero con un simple enamoramiento. Grábate esta frase matadora:
    «El enamoramiento apunta al envase… el amor verdadero al contenido».
    —Está bien Silvano, pero ¿cómo hago para guardar el corazón y manejar mis sentimientos? Eso me suena superdifcil.
    —No es tan complicado cuando involucras a Dios en el asunto, no es difícil cuando no dejas a Dios por fuera y deseas agradarlo por sobre todas las cosas. Pues no hay manera de guardar el corazón sin Dios, es imposible.
    —¿Por qué?
    —Porque Dios es el único que nos dice algo diferente.
    Todo el mundo te dice: «Si tu corazoncito late fuerte por alguien, lánzate de cabeza a la piscina; si hay agua bien y si no hay no importa… nadarás en tu propia sangre».
    A la gente en general no le importa que te golpees, ni cuánto sufras, a Dios sí, por eso te dice: «Cuida tu corazón».
    Son miles los que están nadando en su sangre, en su dolor, en su amargura, en sus heridas por los golpes que se han dado.
    ¿Te das cuenta? Solo Dios nos dice algo diferente porque él sabe que del corazón es de donde fluye la vida o la muerte, la alegría o la amargura más horrible.
    ¿Conoces a alguna persona amargada? ¿Conoces a más de una persona amargada? Es obvio que sí, ellas abundan. ¿Por qué vas a sumar tu nombre a esa interminable lista de amargados cuando Dios quiere algo absolutamente diferente para ti?
    Permíteme darte cuatro consejos para que aprendas a guardar y cuidar tu corazón y puedas manejar tus sentimientos:
    • Cuida el corazón de los demás

    No hagas lo que no te gustaría que te hicieran, no juegues con los sentimientos de nadie, respeta a los demás, ora por los sentimientos de los otros, ya que todo lo que siembres eso mismo cosecharás.
    Y por sobre todas las cosas ten cuidado de ser especial con aquella persona que sabes puede malinterpretar tus sanas y amistosas atenciones.
    • Cuida tus sentidos

    Vista: Ten cuidado con lo que miras y cómo miras. Vivimos en una época donde los corazones se están yendo con toda facilidad detrás de los ojos, parece que las palabras sobran. Dos personajes se miran y terminan besándose, tocándose, y luego cuando las llevan a la casa antes de despedirse, le hacen la siguiente pregunta: ¿Cómo te llamas?
    Guarda tus ojos, no dejes que nadie te atrape a través de ellos. ¿Por qué tienes que sostenerle la mirada a un muchacho o muchacha si no estás decidido o capacitado para sostener una relación seria bajo los parámetros de Dios?
    Tacto: Ten cuidado con lo que tocas. Atención muchachos, que si tocamos donde o como no debemos, nuestra carne reaccionará y producirá sentimientos falsos, creerás que estás enamorado cuando la verdad es que solo estás excitado.
    Muchacha, respétate, no dejes que nadie te toque ni siquiera la mano de manera indebida. Muchas veces veo que el hecho de que las niñas dejen que alguno les acaricie las manos de una forma indebida, sensual y provocadora es el paso previo a la caída. Si lo permites, después no te quejes de que te usen y no te valoren, nadie te valorará si primero no te valoras tú misma.
    Y chicas, eviten tocar a los muchachos, hacerles masajitos en la espalda o en los hombros, que con tantas hormonas dando vuelta por ahí cualquier toque por inocente que sea puede disparar a las fieras y tu reputación no quedará muy en alto que digamos.
    Que nadie, ni tu novio, se acerque a menos de una cuarta (veinticinco centímetros) a la redonda, o sea, ni por delante, ni de costado ni por detrás.
    Y lo último es para los amorosos hermanos en la fe que acostumbran a dar abrazos con los que estampillan a la inocente (o no tan inocente) atractiva «hermana» en Cristo.
    Oído: Ten cuidado con lo que escuchas. Mantente atento al tono de las conversaciones, pues he visto cómo los sentimientos de muchos jóvenes se han visto atados a palabras y charlas para nada edificantes y absolutamente innecesarias. Si te gusta enredarte en conversaciones románticas desubicadas tienes que saber que estarás exponiendo tu corazón para que te lo vuelvan pedazos.
    No se presten para este jueguito de romanticismo barato, sean jóvenes radicales, estén alerta a sus sentidos y todos los respetarán y sus corazones se mantendrán a buen resguardo.
    • Enamórate de Dios y mantente alerta

    No sé qué puede pasar por tu mente ante esta sencilla frase, pero te aseguro que encierra el gran secreto de un futuro sano y feliz.
    Es casi imposible lastimar un corazón que está enamorado de Dios, pero su palabra nos advierte: «El que piense estar firme, mire que no caiga».
    Enamorarnos de Dios es lo mejor que nos puede suceder en esta vida. Si no lo amas, busca amarlo, pídeselo, no te detengas hasta que amarlo por sobre todas las cosas sea una realidad en tu vida, pero mantente atento y no te duermas en los laureles porque si te distraes te pueden bajar de esa nube de un plumazo.
    • Trabaja a diario

    Vive un día a la vez, vive momento a momento. Cada día, renueva el cuidado del corazón de los demás, disponte a cuidar tus sentidos, enamórate de Dios y mantente alerta con relación a todos estos puntos y a cualquier situación nueva que aparezca para llevarla de inmediato a los pies de Jesús y su palabra.
    ¿Por qué otro motivo algo tan bueno se puede volver tan peligroso y malo?
    2. Porque las heridas sentimentales afectan todas las áreas de nuestra vida

    Al analizar este punto nos daremos cuenta del inmenso amor de Dios que encierra su consejo: «Por sobre todas las cosas cuida tu corazón». Esto se debe a que las heridas del corazón afectan todas las áreas de las personas, sin importar el sexo ni la edad.
    • Área anímica:
    Autoestima. ¿Te suena esta palabrita? La autoestima de una persona rechazada, dejada, decepcionada, abandonada, traicionada y engañada sufrirá un golpe casi letal, y eso dará lugar a pensamientos peligrosos tales como: ¿Existirá alguien que de verdad me ame? ¿Y si me pasa lo mismo? Ya no puedo confiar en nadie. Esto me pasa porque soy horrible, desagradable físicamente, de forma definitiva no valgo nada.
    Creo que todos los que hemos pasado por algún revés sentimental hemos batallado con estas inseguridades y con el destructivo complejo de inferioridad.
    Lo malo es que hoy en el mundo circulan millones de individuos que no han superado estas heridas y son personas solitarias, desconfiadas y muchas veces crueles con ellas mismas (se tratan durísimo) y vengativas con los demás (como si todos debieran pagar por sus penas).
    He visto a Dios sanar a muchos al entender lo siguiente: Quizás la vida no los engañó, tal vez Dios no tiene la culpa. Míralo de esta manera: Quizás Dios te libró.
    Un día un joven entró a mi oficina casi destruido, llorando y diciéndome:
    —Mi vida se acabó, mi novia me dejó, es más, se fue con otro. ¿Por qué Dios permitió que sucediera eso? Seguro que el otro tenía más dinero o una mejor apariencia que yo… mi vida no vale nada…
    Lo escuché con respeto y cuando se calmó le solté la bomba:
    —Quizás Dios te libró.
    —¿Cómo dijiste? Repíteme eso.
    —¡Quizás Dios te libró!
    Sus ojos se abrieron al igual que su mente.
    —¿Te parece? —me preguntó.
    —Sí —le respondí—. No sé por qué Dios tuvo misericordia de vos, pues he visto cómo otros mantienen relaciones que no van ni para delante ni para atrás, cada vez se lastiman más y seguro que estarían complacidos con Dios si él se involucrara. Creo que incluso estarían dispuestos a llorar una semana y no toda su vida, pero aún no han podido romper las cadenas que los atan a esa relación. Y a vos, que Dios en su misericordia te libró, te querés matar. Me parece que en lugar de eso deberías darle gracias al Señor por ser más que bueno y librarte.
    No puedo decir que se fue feliz, pero sí en paz, con su corazón agradecido y con el firme propósito de aferrarse a Dios y guardar su corazón, entendiendo que su valor como persona continúa inalterable y que el Señor tiene para él, así como para cada uno de los que confian y esperan en Dios, la persona ideal con la cual podrán ser felices.
    Cierro este punto con una frase matadora que le escuché a mi amiga y tremenda sierva de Dios, Coralia Reid (recomiendo su libro Yo no pienso como él), la cual me quedó grabada. Soy testigo de que la misma ha servido para la sanidad de muchísimos corazones, quizás el tuyo también necesite un poco de esta medicina: «No más lágrimas nuevas sobre recuerdos viejos».
    • Área del estudio:
    Aquellos que están en el colegio y tuvieron un golpe sentimental de un día para otro se transforman en entes, en zombis; la desconcentración los corona, están pero no están en la clase, de repente la profesora les dice algo y la respuesta es: «Eh, eh, sí… no, la clase. ¿qué?».
    ¿Te has dado cuenta de que los jóvenes decepcionados o los enamorados no correspondidos se van a pique en los estudios, bajan de manera peligrosa sus notas?
    —Es cierto, ¿cómo te diste cuenta?
    —Porque a mí también me sucedió, y además porque no conozco a nadie que haya sido un estudiante mediocre y después que la novia o el novio lo dejó haya pasado a ser excelente diciendo: «Ahora con la bronca que tengo voy a ser el mejor, me voy a refugiar en los libros».
    Por favor, piensa que quizás Dios te libró, que es mejor llorar una semana y no toda la vida, y
  • autumnmorningcompartió una citahace 7 años
    pero no lo oyeron».
    —Mateo 13:16–17
    El diccionario, al definir la palabra sentimiento, dice: «Es la parte afectiva del ser humano, por oposición a la razón».
    ¿Qué te sugiere esa definición?
    Que a los sentimientos no los puedes manejar a través de la razón, la inteligencia o el conocimiento. O sea, que tiene que ser con Dios, no hay otra forma.
    No puedes guardar tu corazón sin involucrar a Dios y su Palabra en el asunto.
    Puedes manejar todos los temas: teológicos, filosóficos, éticos, mundanos, científicos, matemáticos, administrativos y es posible que seas el más inteligente de la tierra, pero si no sabes qué hacer cuando tu corazoncito empieza a latir un poco más rápido por alguien, estás liquidado. Como siempre digo, estás Friquis Mortis, viejo.
    Anhelo ver una juventud inteligente, sabia, que esté más allá de si se peina con los pelos parados o estirados, si están pintados o cortados, o si se ponen aretes o no. No me importa, solo me interesa que tengan su corazón puro para Dios.
    Quiero ver a una juventud que cuide más su corazón que su pelo y su aspecto.
    Que entienda que Dios no le va a mirar las orejas ni el pelo sino el corazón, y que si allí todo está bien, con aretes, con gel, con rasta o sin ellos, Dios los va a bendecir igual.
    No le expongas tu corazón a nadie, presta mucha atención a lo que sigue y grábatelo en tu mente y tu corazón.
    No le expongas tu corazón a nadie que no esté dispues-to, de verdad, a dar su vida por ti… no vale la pena.
    Por eso te animo a que no te pierdas todo lo que viene y podrás marcar la diferencia en medio de un mundo que no sabe qué hacer con un corazón alborotado y enamorado.
    ¿Has estado enamorado alguna vez? ¿Y después se te pasó… y luego te volviste a enamorar… y más tarde te volviste a desenamorar?
    No te sientas mal si te ha pasado eso, creo que es algo que sucede con mucha frecuencia y a todos nos ocurre o nos ha ocurrido.
    ¿Crees que son malos o buenos esos sentimientos?
    El noventa y nueve por ciento de las personas declara con convicción que son buenos, y yo también lo creo así. Pero, después de analizar la vida de miles de jóvenes al trabajar con ellos, aconsejándolos y pastoreándolos, he llegado a los siguientes cuestionamientos:
    ¿Por qué algo que no es malo causa tanto daño?…
    ¿Tanto dolor?…
    ¿Tantos estragos?…
    ¿Tantas lágrimas?…
    ¿Tanta tristeza, tanta depresión?…
    ¿Y tantas muertes (suicidios, crímenes pasionales)?
    *¿Por qué algo bueno se puede volver tan peligroso?
    Para resolver todas estas interrogantes es necesario leer y entender 1 Corintios 13:8, donde se nos dice algo definitivo, que no podemos pasar por alto al analizar este candente tema de los sentimientos: «El amor jamás se extingue».
    Esto me cuestiona…
    ¿Qué sucede, quién está equivocado, Dios o lo que yo siento?
    ¿En quién confiar?
    Me he dado cuenta de que existen sentimientos falsos y sentimientos verdaderos.
    Los sentimientos falsos: tienen su origen y sus cimientos en los sentidos.
    Los verdaderos: tienen su origen en los sentidos, pero sus cimientos están en Dios y su palabra.
    Es obvio que la persona con la cual deseas mantener una relación romántica te tiene que gustar, tiene que llamarte la atención de alguna manera, su aspecto, su inteligencia, su corazón, su dinero (es un chiste), algo tiene que te atrae, y ese algo es captado de forma general por tus sentidos (casi siempre por la vista, a veces por el oído… espero que nunca sea por el tacto). A partir de ahí tienes que tomar una decisión acerca de qué rumbo le vas a dar a lo que estás sintiendo: si te vas detrás de tus sentidos y edificas sobre ellos, o si te vas detrás de tus sentidos y edificas sobre lo que Dios dice, no hay más.
    Solo puedo decirte que Patricia y yo elegimos obedecer lo que Dios dice, hoy tenemos cinco hijos y dieciocho años de casados, y parecemos novios que recién comienzan su relación y cada vez nos amamos más.
    Y también puedo decirte con la misma seguridad que cada vez que dejes viajar tu corazón detrás de lo que viste, oíste o tocaste, detrás de los impulsos de tus sentidos, sos candidato a: resultar herido, a vivir una fantasía con un trágico final, a terminar decepcionado, resentido y amargado. sos candidato fijo a sobrevivir cantando «la vida me engañó» y con la desafortunada decisión de no volver a confiar en nadie, de engañar antes de ser engañado, y de lastimar antes de ser lastimado.
    Permíteme compartir contigo cuatro puntos para exponerte por qué algo tan bueno se puede volver tan peligroso y dañino.
    1. Porque los jóvenes no saben manejar los sentimientos
    «Por sobre todas las cosas cuida tu corazón, porque de él mana la vida».
    (Proverbios 4:23)
    Estoy convencido que este es el consejo de Dios más desatendido por los solteros, sin importar la edad que tengan. Dios no te dice: «Cuida tu virginidad» o «Cuida tu apariencia» o «Cuida la cordura» o «Cuida el dinero»… Pierdes todo esto y mucho más en el momento en que desatiendes el consejo de Dios y expones tu corazón.
    Todo está perfecto hasta que el corazoncito empieza a latir más rápido de lo normal cuando cierta persona aparece, el entusiasmo, las ansias desbordan a la persona y comienza a sentir una necesidad irresistible de contárselo a sus mejores amigos.
    Si es mujer: su mejor amiga tendrá que revestirse de una paciencia sobrenatural para escuchar la misma historia cien mil veces, y si no termina enamorada ella también del mismo sujeto, está cerca.
    Si es hombre: su mejor amigo pasará un proceso similar, y en ambos casos estos amigos se transformarán en cómplices, en confidentes, y en cualquier momento en sospechosos (y si algo sale mal, quizás hasta en «culpables»).
    De todas maneras, serán espectadores de lujo de todo este episodio, lo cual es suficiente estímulo para soportar cualquier cosa que venga.
    Creo que ahí radica el primer gran error, como no saben qué hacer, lo mejor que se les ocurre es compartir la carga, compartir la responsabilidad. Sin embargo, no consideran el hecho de que al abrir sus bocas sus vidas emocionales y sentimentales quedan en otras manos, o mejor dicho en otras bocas, las cuales por lo general no pueden mantener guardado un secreto que merece conocerse.
    No sé si debo ser suspicaz pero lo seré, me parece que en el fondo anhelan que la otra persona se entere de que a ellos les gusta, algo que sin dudas va a pasar, porque aun cuando no hablen pareciera que tienen un letrero que lo afirma en la frente, se ponen colorados cuando esa persona les habla, les sudan las manos, se equivocan al hablar, tartamudean, no pueden dejar sus ojos quietos, miran hacia todos lados, terminan moviéndose como Steve Wonder cuando canta… y déjame decirte lo que va a suceder cuando la persona en cuestión se entere que te interesa y te atrae…
    Linda, inocente y soñadora jovencita o jovenzota: si el muchacho se entera de que te gusta, presta atención a lo que va a pasar: él se va a pavonear delante de ti, te mirará de reojo con miradita pícara, con una mirada matadora, al mejor estilo Enrique Iglesias. Y tú pensarás: «Ah, me miró, me parece que le gusto, qué afortunada soy». Hummm, demasiado inocente; él sabe que va a lo seguro, sabe que estás muerta por él, el juego de la muerte (tu muerte emocional y sentimental) ha comenzado. ¿Cuándo atacará? Él decidirá el momento, pero no será antes de ilusionarte, antes de jugar emocional y sentimentalmente contigo.
    Te lo digo como hombre, él no te perdonará, eres una presa fácil y terminará besándote y no sé que más. Muchas han sido usadas sexualmente y después cuando reclaman atención, tiempo, detalles y cariño las dejan tiradas revolcándose en su dolor, tristeza, resentimiento y en su posterior herida.
    ¿En realidad crees que eso es lo que Dios quiere para tu vida?
    Créeme que no. Dios te ama como nadie y anhela que de tu corazón solo fluya vida (y cuando dice vida quiere significar alegría, deleite, paz, amor), no amargura, dolor, ni odio.
    Apuesto, iluso y esperanzado jovencito o jovenzote: si ella se entera de que te gusta, presta atención a lo que va a pasar, aunque en este caso tengo que separar la respuesta en dos: antes y ahora.
    Antes: Hace algunos pocos años las mujeres eran diferentes a como son ahora, si no te correspondían, por lo general se sentían mal y les afloraba un sentimiento maternal que terminaba matándonos, ya que nos decían de frente lo mal que se sentían por no sentir lo mismo que nosotros y que mejor fuéramos buenos amigos o nos enamoráramos de fulana (la fea, que por supuesto a nosotros no nos interesaba ni nos gustaba para nada). Eso era igual a que te pusieran un jugoso bife de lomo delante, mientras te encontrabas muerto del hambre, babeándote, y que te dijeran: «Solo lo puedes mirarlo, olerlo, admirarlo… nada más» o «Por qué en su lugar no te comes este pedazo de carne común quemada». Tal cosa sí que era como decían algunos una muerte lenta.
    Uno quedaba devastado sentimentalmente, con el ánimo destruido, sintiéndose más feo que el jorobado de Notre Dame, o sea con la autoestima por el piso… pero sabiendo que podía contar con ella como una amiga o una segunda mamá. (¡Repugnante!).
    Ahora: Por desgracia, los tiempos han cambiado; antes las chicas tenían más dignidad, eran más difíciles, más nobles. Hoy se regalan, se lanzan de cabeza ante cualquiera, se besan con todos, se emborrachan a la par de los muchachos, se dejan manosear y se acuestan con todos los novios que tienen. Así que, muchacho, no te sorprendas si juegan con tus sentimientos y después te botan a la basura como si tus sentimientos no importaran para nada, mientras tu corazón herido se endurece y pierde la capacidad de amar. (¡Oigan chicas, Dios dice que ustedes son princesas, no locas y mucho menos prospectos de prostitutas! No son pedazos de carne para que cualquier gato venga y las use. Él las creó para ser consentidas, amadas, cuidadas, honradas, protegidas, respetadas, nunca olviden eso).
    En el versículo antes mencionado veíamos que Dios insta a cuidar el corazón por sobre todas las cosas, porque de él mana la vida, y a raíz de eso quiero tocar un tema que ustedes quizás no han experimentado (lo cual es mi deseo): sanidad interior.
    No saben la cantidad de adultos que vagan por esta tierra amargados, contaminando a sus familias, sus trabajos, sus barrios, sus iglesias, sus corazones; no destilan vida, alegría, paz, amor, bondad, sino dolor, tristeza, odio, venganza, quejas, resentimiento y sufrimiento. No aman, no son capaces de hacerlo.
    En algún momento de sus vidas expusieron sus corazones en lugar de guardarlos, prefirieron «morir por amor» (¡cuidado con esto, pues solo Jesucristo murió por amor!) a vivir con sus sentimientos reprimidos.
    —Entonces, Silvano, ¿Dios no quiere que yo me enamore? ¿Cómo me puedo enamorar sin entregarme sin reservas?
    —¿Quién dijo que tienes que entregarte sin reservas? Eso es en el matrimonio, no ahora cuando ni siquiera conoces a la otra persona.
    Lo que Dios quiere es que no suframos, que no nos lastimen ni lastimemos a nadie. Él desea que aprendas a amar, que aprendas a cuidar y guardar tu corazón; sus consejos son protectores, no prohibitivos, para que puedas amar de verdad en el momento apropiado. Ten en cuenta esto: cualquiera se enamora, pero no cualquiera ama de verdad. Cuidado con confundir el amor verdadero con un simple enamoramiento. Grábate esta frase matadora:
    «El enamoramiento apunta al envase… el amor verdadero al contenido».
    —Está bien Silvano, pero ¿cómo hago para guardar el corazón y manejar mis sentimientos? Eso me suena superdifcil.
    —No es tan complicado cuando involucras a Dios en el asunto, no es difícil cuando no dejas a Dios por fuera y deseas agradarlo por sobre todas las cosas. Pues no hay manera de guardar el corazón sin Dios, es imposible.
    —¿Por qué?
    —Porque Dios es el único que nos dice algo diferente.
    Todo el mundo te dice: «Si tu corazoncito late fuerte por alguien, lánzate de cabeza a la piscina; si hay agua bien y si no hay no importa… nadarás en tu propia sangre».
    A la gente en general no le importa que te golpees, ni cuánto sufras, a Dios sí, por eso te dice: «Cuida tu corazón».
    Son miles los que están nadando en su sangre, en su dolor, en su amargura, en sus heridas por los golpes que se han dado.
    ¿Te das cuenta? Solo Dios nos dice algo diferente porque él sabe que del corazón es de donde fluye la vida o la muerte, la alegría o la amargura más horrible.
    ¿Conoces a alguna persona amargada? ¿Conoces a más de una persona amargada? Es obvio que sí, ellas abundan. ¿Por qué vas a sumar tu nombre a esa interminable lista de amargados cuando Dios quiere algo absolutamente diferente para ti?
    Permíteme darte cuatro consejos para que aprendas a guardar y cuidar tu corazón y puedas manejar tus sentimientos:
    • Cuida el corazón de los demás

    No hagas lo que no te gustaría que te hicieran, no juegues con los sentimientos de nadie, respeta a los demás, ora por los sentimientos de los otros, ya que todo lo que siembres eso mismo cosecharás.
    Y por sobre todas las cosas ten cuidado de ser especial con aquella persona que sabes puede malinterpretar tus sanas y amistosas atenciones.
    • Cuida tus sentidos

    Vista: Ten cuidado con lo que miras y cómo miras. Vivimos en una época donde los corazones se están yendo con toda facilidad detrás de los ojos, parece que las palabras sobran. Dos personajes se miran y terminan besándose, tocándose, y luego cuando las llevan a la casa antes de despedirse, le hacen la siguiente pregunta: ¿Cómo te llamas?
    Guarda tus ojos, no dejes que nadie te atrape a través de ellos. ¿Por qué tienes que sostenerle la mirada a un muchacho o muchacha si no estás decidido o capacitado para sostener una relación seria bajo los parámetros de Dios?
    Tacto: Ten cuidado con lo que tocas. Atención muchachos, que si tocamos donde o como no debemos, nuestra carne reaccionará y producirá sentimientos falsos, creerás que estás enamorado cuando la verdad es que solo estás excitado.
    Muchacha, respétate, no dejes que nadie te toque ni siquiera la mano de manera indebida. Muchas veces veo que el hecho de que las niñas dejen que alguno les acaricie las manos de una forma indebida, sensual y provocadora es el paso previo a la caída. Si lo permites, después no te quejes de que te usen y no te valoren, nadie te valorará si primero no te valoras tú misma.
    Y chicas, eviten tocar a los muchachos, hacerles masajitos en la espalda o en los hombros, que con tantas hormonas dando vuelta por ahí cualquier toque por inocente que sea puede disparar a las fieras y tu reputación no quedará muy en alto que digamos.
    Que nadie, ni tu novio, se acerque a menos de una cuarta (veinticinco centímetros) a la redonda, o sea, ni por delante, ni de costado ni por detrás.
    Y lo último es para los amorosos hermanos en la fe que acostumbran a dar abrazos con los que estampillan a la inocente (o no tan inocente) atractiva «hermana» en Cristo.
    Oído: Ten cuidado con lo que escuchas. Mantente atento al tono de las conversaciones, pues he visto cómo los sentimientos de muchos jóvenes se han visto atados a palabras y charlas para nada edificantes y absolutamente innecesarias. Si te gusta enredarte en conversaciones románticas desubicadas tienes que saber que estarás exponiendo tu corazón para que te lo vuelvan pedazos.
    No se presten para este jueguito de romanticismo barato, sean jóvenes radicales, estén alerta a sus sentidos y todos los respetarán y sus corazones se mantendrán a buen resguardo.
    • Enamórate de Dios y mantente alerta

    No sé qué puede pasar por tu mente ante esta sencilla frase, pero te aseguro que encierra el gran secreto de un futuro sano y feliz.
    Es casi imposible lastimar un corazón que está enamorado de Dios, pero su palabra nos advierte: «El que piense estar firme, mire que no caiga».
    Enamorarnos de Dios es lo mejor que nos puede suceder en esta vida. Si no lo amas, busca amarlo, pídeselo, no te detengas hasta que amarlo por sobre todas las cosas sea una realidad en tu vida, pero mantente atento y no te duermas en los laureles porque si te distraes te pueden bajar de esa nube de un plumazo.
    • Trabaja a diario

    Vive un día a la vez, vive momento a momento. Cada día, renueva el cuidado del corazón de los demás, disponte a cuidar tus sentidos, enamórate de Dios y mantente alerta con relación a todos estos puntos y a cualquier situación nueva que aparezca para llevarla de inmediato a los pies de Jesús y su palabra.
    ¿Por qué otro motivo algo tan bueno se puede volver tan peligroso y malo?
    2. Porque las heridas sentimentales afectan todas las áreas de nuestra vida

    Al analizar este punto nos daremos cuenta del inmenso amor de Dios que encierra su consejo: «Por sobre todas las cosas cuida tu corazón». Esto se debe a que las heridas del corazón afectan todas las áreas de las personas, sin importar el sexo ni la edad.
    • Área anímica:
    Autoestima. ¿Te suena esta palabrita? La autoestima de una persona rechazada, dejada, decepcionada, abandonada, traicionada y engañada sufrirá un golpe casi letal, y eso dará lugar a pensamientos peligrosos tales como: ¿Existirá alguien que de verdad me ame? ¿Y si me pasa lo mismo? Ya no puedo confiar en nadie. Esto me pasa porque soy horrible, desagradable físicamente, de forma definitiva no valgo nada.
    Creo que todos los que hemos pasado por algún revés sentimental hemos batallado con estas inseguridades y con el destructivo complejo de inferioridad.
    Lo malo es que hoy en el mundo circulan millones de individuos que no han superado estas heridas y son personas solitarias, desconfiadas y muchas veces crueles con ellas mismas (se tratan durísimo) y vengativas con los demás (como si todos debieran pagar por sus penas).
    He visto a Dios sanar a muchos al entender lo siguiente: Quizás la vida no los engañó, tal vez Dios no tiene la culpa. Míralo de esta manera:
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