pero nada más aterricé en una ambulancia y me puse en faena, descubrí material, equipamientos y técnicas que para variar desconocía. La tabla corta, la larga, el colchón de vacío, el chaleco de extricación, la boa, la pistola de inyección intraósea, la técnica del volteo, vamos, que de nuevo me tocó ponerme en modo alumno y comprender, que en esta profesión no hay maestros sino eternos estudiantes, y que la medicina extrahospitalaria es todo un arte por descubrir.