Escucha, Rune —dijo y cerró los ojos. Yo también los cerré y escuché. Lo oí tan fuerte como si estuviera al lado de mi oreja. Los latidos constantes, nuestro ritmo—. Cuando estás cerca, mi corazón no suspira, se eleva —murmuró como si no quisiera perturbar el sonido—. Yo creo que los corazones laten a un ritmo como el de una canción. Yo creo que, al igual que en la música, nos atrae una melodía particular. Yo oí la canción de tu corazón, y tu corazón oyó la mía.