Michael Brooke sabía que Rosalind seguía siendo la típica niña rica y mimada que había rechazado, hacía cinco años, su proposición de matrimonio. Por eso ahora estaba tan enfadado consigo mismo, ya que no acertaba a comprender el motivo que lo había llevado a salvarla del peligro que corría, haciéndoles pasar a ella y a su hermanito de tres años por su mujer y su propio hijo.
Por su parte, Rosalind estaba encantada con la seguridad y la excitación que le producía estar viviendo con Michael. Él era muy testarudo y tenía sus prejuicios sobre ella, desde luego, pero, seguramente, cuando ella le explicara las razones por las que lo había rechazado, la perdonaría. E incluso, con un poco de suerte, estaría dispuesto a alargar la farsa más de un mes…