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Como Cenicienta, la periodista Sarah Griffin había perdido un zapato. Pero no se trataba de un simple zapatito de cristal, sino de un modelo exclusivo de tacón de aguja que podría costarle su trabajo.
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El ejecutivo y playboy Caleb Lewis no era el príncipe del cuento, pero tenía el zapato de Sarah y le ofreció un trato a aquella intrigante mujer: a cambio de devolvérselo, ella tenía que ayudarlo con una propuesta comercial… y eso significaba trabajar muy juntos.
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Sarah había aprendido hacía mucho tiempo que no había que creer en los cuentos de hadas, pero, ¿debería hacer una excepción aquella vez?