sólo la “mente” singular podía servir como la vía de acceso de un sujeto a su pasado. Además de la memoria individual habría, por lo menos, otras dos modalidades de la memoria que extenderían sus efectos más allá de la “persona” única y aislada, dos formas que son transindividuales: la memoria colectiva y la historia. De modo que el (re)conocimiento del pasado podía dividirse y clásicamente se dividió en dos vertientes: la memoria y la historia. La memoria, a su vez, en individual, cuyo estudio correspondería al psicólogo, y colectiva, terreno para la investigación del sociólogo o el antropólogo. Dos memorias, la de uno y la de muchos, a las que, cuando se suma el saber del historiador, hacen tres. Tres ramas en el árbol del discurso universitario.