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Vasili Grossman

El infierno de Treblinka

  • Adal Cortezcompartió una citahace 5 meses
    Los SS se ensañaron con crueldad con los sublevados del gueto de Varsovia. Separaron a las mujeres y a los niños del grupo y los condujeron no a las cámaras de gas, sino a los lugares donde se quemaban los cadáveres. Obligaron a las madres enloquecidas de espanto a llevar a sus hijos a las vigas al rojo vivo, sobre las que, en medio de las llamas y del humo, se retorcían miles de cuerpos muertos, donde los cadáveres, como si revivieran, se removían y se retorcían, donde los vientres de las embarazadas muertas reventaban a causa del calor y los niños fallecidos antes de nacer ardían en el vientre abierto de sus madres. Este espectáculo era capaz de trastornar el juicio de la persona más templada, y los alemanes consideraban con toda razón que iba a impresionar cien veces más de lo que ya lo estaban a las madres; éstas intentaban tapar los ojos de sus hijos, quienes se lanzaban hacia ellas y gritaban enloquecidos: «Mamá, ¿qué va a ser de nosotros, nos van a quemar?». ¡Dante en su infierno no presenció semejante cuadro!
    Los alemanes, después de distraerse con este espectáculo, quemaban a los niños.
  • Adal Cortezcompartió una citahace 5 meses
    Habría sido deseable que en esos minutos terribles aparecieran en el edificio de «gasificación» el Papa de Roma, mister Breilsford y todos los demás defensores humanitarios del hitlerismo, naturalmente en calidad de espectadores.
    Hubieran podido enriquecer sus sermones humanitarios, sus libros y los artículos con nuevos argumentos. El Santo Padre, que guardaba un silencio tan benévolo mientras Himmler asesinaba a la humanidad, habría podido calcular en cuántas partidas podían los alemanes hacer pasar por Treblinka a toda la administración del Vaticano. ¡Grande es la fuerza del humanitarismo, que no muere mientras no muere el hombre!
  • Adal Cortezcompartió una citahace 5 meses
    Los vicios y los terribles crímenes cometidos por estas gentes tuvieron su origen en las taras del carácter nacional alemán.
  • Miguel Ángel Vidaurrecompartió una citahace 4 años
    Dos meses y medio después, el 14 de octubre de 1943, se produjo un levantamiento en la fábrica de muerte de Sobibor, organizado por un prisionero de guerra soviético, un delegado político natural de Rostov que respondía al nombre de Sashkó Pecherski. Y allí
  • Miguel Ángel Vidaurrecompartió una citahace 4 años
    sangre. El día 2 de agosto, por la tierra del infierno de Treblinka corrió la sangre repugnante de los SS. Y el cielo azul, que irradiaba luz, festejó solemnemente el momento de la venganza. Entonces se repitió una historia vieja como el mundo: los seres que se consideraban a sí mismos como representantes de la raza superior, los seres que ordenaban tronando «Achtung! Mützen ab!» (¡Atención! ¡Fuera sombreros!), los seres que arrancaban de sus casas a los habitantes de Varsovia para llevarlos a la muerte, los que con unas voces de un zumbido repugnante de dominadores gritaban: «Alle r-r-r-raus!» (¡Salgan todos!), estos seres tan convencidos de su poderío cuando se trataba de la ejecución de millones de mujeres y de niños, resultaron ser unos cobardes, repugnantes, miserables que imploraban perdón servilmente apenas se trataba de una verdadera lucha a muerte. Se desconcertaron, corrían de un lado para otro como ratas, se olvidaron del sistema diabólicamente pensado de defensa de Treblinka. Pero ¿vale la pena hablar de esto y es necesario acaso extrañarse de ello?
  • Miguel Ángel Vidaurrecompartió una citahace 4 años
    Finalmente hicieron una gran galería bajo la barraca donde los alemanes tenían el arsenal. También aquí la audacia ayudó a la gente, el dios de los audaces los protegió. Del depósito de armas fueron extraídas veinte granadas de mano, una ametralladora, carabinas y pistolas. Todo esto fue metido en escondrijos y enterrado por los conspiradores. Los conjurados se dividieron en grupos de cinco. El complicado y enorme plan de la sublevación fue elaborado hasta los últimos detalles. Cada grupo de cinco tenía una misión precisa. Y cada tarea, de una exactitud matemática, era una verdadera locura. Unos se encargaron de asaltar las torres en las que se encontraban los guardianes con ametralladoras. Otros debían atacar por sorpresa a los centinelas que circulaban entre las plazas del campo. Un tercer grupo debía atacar los automóviles blindados. El cuarto fue encargado de cortar las comunicaciones telefónicas, el quinto debía
  • Miguel Ángel Vidaurrecompartió una citahace 4 años
    Recibir una bala era un lujo», me contaba un muchacho panadero de Kossuvo que huyó del campo. La gente decía que en Treblinka ser condenado a vivir era mucho más terrible que ser condenado a muerte
  • Miguel Ángel Vidaurrecompartió una citahace 4 años
    Es oportuno señalar que estos individuos no eran ejecutores mecánicos de una voluntad extraña. Todos los testigos señalan un rasgo que les era común: la afición a los razonamientos teóricos, a filosofar. Todos ellos tenían la debilidad de pronunciar discursos a los condenados, de jactarse ante ellos, de exponer el profundo sentido y la importancia para el futuro de lo que sucedía en Treblinka. Explicaban de manera detallada la supremacía de su raza sobre las demás, declamaban grandes parrafadas sobre la sangre alemana, el carácter alemán y la misión de los alemanes.

    Su credo estaba expuesto en los libros de Hitler y Rosenberg y en los folletos de Goebbels.

    Después de trabajar y de divertirse como acabamos de describir, dormían como unos santos, sin que les perturbaran malos sueños ni pesadillas.
  • Miguel Ángel Vidaurrecompartió una citahace 4 años
    Los SS se ensañaron con crueldad con los sublevados del gueto de Varsovia. Separaron a las mujeres y a los niños del grupo y los condujeron no a las cámaras de gas, sino a los lugares donde se quemaban los cadáveres. Obligaron a las madres enloquecidas de espanto a llevar a sus hijos a las vigas al rojo vivo, sobre las que, en medio de las llamas y del humo, se retorcían miles de cuerpos muertos, donde los cadáveres, como si revivieran, se removían y se retorcían, donde los vientres de las embarazadas muertas reventaban a causa del calor y los niños fallecidos antes de nacer ardían en el vientre abierto de sus madres. Este espectáculo era capaz de trastornar el juicio de la persona más templada, y los alemanes consideraban con toda razón que iba a impresionar cien veces más de lo que ya lo estaban a las madres;
  • Miguel Ángel Vidaurrecompartió una citahace 4 años
    Personas que tomaron parte en la labor de la incineración de los cadáveres cuentan que estos hornos recordaban a gigantescos volcanes: un terrible calor quemaba los rostros de los operarios, las llamas se elevaban a una altura de ocho o diez metros, unas columnas de humo negro, espeso y grasiento subían al cielo y se cernían en el aire, formando una cobertura pesada e inmóvil. Los habitantes de los pueblos circunvecinos veían estas llamas por las noches desde una distancia de treinta o cuarenta kilómetros. Se elevaban más alto que los bosques de pinos que rodeaban el campo. El olor a carne humana quemada lo impregnaba todo.
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