Subordinaciones, 1949

Cuando a un árbol le doy la rama de mi mano
siento la conexión y lo que se destila
en el alma cuando alguien está junto a un hermano

El silencio es tan claro que parece retoñar.
Es un gajo de sombra a cielo abierto,
es una ventana nueva acabada de cerrar.
Bajo la noche la vida crece invisiblemente.
Crece mi corazón como un pez en el mar.

Mirando el río de aquellas tardes
junté las manos para beberlo.
Por mi garganta pasaba un ave,
pasaba el cielo.

(La caoba, cuando llueve mucho,
huele profundamente a vida.)

Los que allí nacimos tenemos una idea propia
de lo que es el alma y de lo que es el cuerpo.

Junto a mí tramaba la noche
el complot de la soledad.
Por mi estatura derrumbaba el cielo
la casa grande de la tempestad.
En mí se han amado las fuerzas de origen:
el fuego y el aire, la tierra y el mar.

Yo era un gran árbol tropical.
En mi cabeza tuve pájaros;
sobre mis piernas un jaguar

De agua hermosa es mi abolengo;
y es por eso que aquí estoy
dichoso con lo que tengo

Joven terrón cuaternario,
por tu cuerpo de aluvión
sangra el verde corazón
de tu enorme pecho agrario.

Y a veces en la ribera
es tan fina la mañana
que la sonrisa primera
todo el día nos hermana