20 poemas para ser leídos en el tranvía

arineros que remiendan las velas en los umbrales y se ciñen con ellas la cintura, como con una falda suntuosa y con olor a mar.

Pasan perros con caderas de bailarín

para que los hombres les eyaculen palabras al oído, y sus pezones fosforescentes, se enciendan y se apaguen como luciérnagas

Se respira una brisa de tarjeta postal.
¡

Pasan unos senos bizcos buscando una sonrisa sobre las mesas

A veces se piensa, al dar vuelta la llave de la electricidad, en el espanto que sentirán las sombras, y quisiéramos avisarles para que tuvieran tiempo de acurrucarse en los rincones

Mientras las viejecitas,
con sus gorritos de dormir,
entran a la nave
para emborracharse de oraciones,
y para que el silencio
deje de roer por un instante
las narices de piedra de los santos