que me asombra no es el desorden, sino el orden». Lo que debería llenarnos de asombro es que, incluso en este mundo que le pertenece, el dinero siempre parece avergonzado de sí mismo. Hace poco Roosevelt recordaba que la cuarta parte de la fortuna estadounidense está en manos de sesenta familias, que en realidad, por el juego de las alianzas, se reducen a unas veinte.