¡Benditos pájaros, sin fiesta fija! Con la libre monotonía de lo nativo, de lo verdadero, nada, á no ser una dicha vaga, les dicen á ellos las campanas. Contentos, sin fatales obligaciones, sin esos olimpos ni esos avernos que extasían ó que amedrentan á los pobres hombres esclavos, sin más moral que la suya, son mis hermanos, mis dulces hermanos.
Viajan sin dinero y sin maletas; mudan de casa cuando se les antoja; presumen un arroyo, presienten una fronda, y sólo tienen que abrir sus alas para conseguir la felicidad; no saben de lunes ni de sábados; se bañan en todas partes, á cada momento; aman el amor sin nombre, la amada universal.