—Es risueña y encantadora —decía— y la adoro como adoro a Trinidad Ameno-Mino-Kanussi-No-Kami. Es frecunda como Issagui e Isanami, creadores de la tierra y generadores de los hombres, y bella como Amaterassu, hija de los dioses y del mismo sol. Esperándome, piensa en mí y hace vibrar las trece cuerdas de su kô-tô de madera de Polonia imperial o toca el siô de diecisiete tubos.