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Libros
David Corbett

El arte de crear personajes

Si el personaje es el centro de cualquier historia, El arte de crear personajes. En narrativa, cine y televisión de David Corbett, constituye la mejor herramienta para crear y desarrollar personajes brillantes y distintos. Cando se empieza a concebir un personaje, dice el autor, uno se da cuenta de hasta qué punto toda narración es un reflejo de la propia vida, un paso en la búsqueda de respuesta a las preguntas esenciales: ¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿Adónde voy? ¿Qué sentido tiene todo esto? Para crear un personaje que parezca vivo será necesario entender sus deseos, pero también sus frustraciones, secretos y debilidades, y en especial sus contradicciones. Se evitará así que el personaje actúe como mero instrumento de la historia, que carezca de la complejidad de las personas reales.
369 páginas impresas
Publicación original
2018
Año de publicación
2018
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Opiniones

  • Julye Diazcompartió su opiniónhace 5 años

    Muy buenos tips parra escribir

Citas

  • Lucas Molina Muneracompartió una citahace 14 horas
    Aunque no disfraza su identidad, como Ripley, Freddie Clegg (en El coleccionista, de John Fowles) ofrece un retrato similar del delirio en el corazón del mal. Freddie es en gran parte ciego a su propia maldad. Una vez más, el mundo interior del personaje no es más cierto que el exterior engañoso. En su núcleo hay una especie de vacío en lugar de un alma humana.

    Irónicamente, esa carencia de centro no hace que Freddie Clegg o Tom Ripley sean menos vulnerables a ser descubiertos, lo que otra vez da fe del poder de los secretos. Ambos conservan una idea de quiénes son y la protegen ferozmente, a pesar de que sea un fraude (o acaso precisamente por eso).
  • Lucas Molina Muneracompartió una citahace 14 horas
    El poder del libro radica en su descripción de ese vacío impenetrable en el corazón de Ripley, que explica su comportamiento similar al del camaleón (o al del parásito). Solo cobra vida de verdad cuando asume la identidad de Dickie Greenleaf, sin darse nunca cuenta del todo del motivo de ello.

    Es un retrato del mal mucho más escalofriante que, por ejemplo, el de Scarpia, en la ópera Tosca, que declara abiertamente que siente mayor placer en arrebatar por la fuerza lo que desea y se le niega que en aceptar lo que se le entrega libremente. Por terrible que sea eso, su conciencia de sí mismo le hace cognoscible, incluso predecible. En cambio, el autoengaño de Ripley le hace completamente impredecible y, por tanto, mucho más aterrador.
  • Lucas Molina Muneracompartió una citahace 14 horas
    En A pleno sol (El talento de Ripley), Patricia Highsmith nos ofrece un escalofriante ejemplo. Tom Ripley, con sus incesantes engaños, es un personaje tras cada uno de cuyos actos se esconde un secreto: eso es lo que hace que nos resulte fascinante. Y, sin embargo, la conmoción en el núcleo de la historia la marca el hecho de que la visión interior que Ripley tiene de sí mismo nos revela solo otra capa más de engaño.

    Hay en Ripley algo más profundo e inalcanzable, incognoscible, pues su imagen pública mundana no es lo único que se ha fabricado a medida. Aunque coherente y, según parece, lúcido, en realidad está en el más completo y aterrador engaño de sí mismo. Y el talento de la señora Highsmith consiste en no contarnos nunca lo que hay «de verdad» en el fondo de las cosas, sino en capturar esa extraña sensación de desequilibrio que crea la falta de un centro de gravedad.

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