Rodolfo Alonso, poeta verdadero, nombra lo que no tiene nombre todavía. Su poesía crece a la intemperie de lo que va a venir y está llena de hombres y de mujeres: le duelen “las cadenas/las manos de los otros”. Ve la palabra ajena y la alberga, la transforma, la calcina para devolverla limpia al otro.
Juan Gelman