Mi primer beso

Es mejor conocer el amor aunque después se vaya.

Primero hay que recordar y luego hay que tratar de respetar ese recuerdo.

Mi primer beso es una tarde que nunca será la misma,
un pantano caliente,
una serpiente en la boca,
una promesa como cadena perpetua

Gracias a que la pensé y repensé mucho antes de escribirla para ustedes, descubrí que la historia de mi primer beso también estaba contando otra historia aunque yo no me hubiera dado cuenta.

De tantas veces que me sucedió lo mismo, acabé por pensar que tenía que escribirla.
Sí, esta historia existe por ellos, por ustedes que le prestan oído, corazón y alma.

—Como tú eres mi tercer novio, yo te voy a olvidar… Pero como yo soy tu primera novia, tú nunca me olvidarás.

Me quedé frío como una estatua y así, inmóvil, petrificado, me hundí en ese mar terrible de las cosas que nos pasan por primera vez.

Y de Abraham solo oí el silencio. Él no dijo nada, porque desde la tristeza casi nunca se puede decir nada

A veces las analogías y las metáforas llegan incluso para ayudarnos a mirar mejor aquello que hemos visto muchas veces. Como lo hemos visto muchas veces, no nos tomamos la molestia en entregarle nuestra perplejidad.

LAS analogías y las metáforas son como una de esas llantas salvavidas.
Existen para ayudarnos cuando nos estamos ahogando en la perplejidad, en la incomprensión, en ese mar de las cosas que no entendemos.