¿Será que la vida de las mujeres solo adquiere sentido a través de sus relaciones con los hombres?
Para una muchacha de clase media alta, el paraíso suele constituirlo un hogar confortable, bajo el gobierno de un padre afectuoso y buen proveedor, la posibilidad de asistir a una buena universidad y desplazarse en un medio que le permita seleccionar un marido que remplace al padre. Para Marcela, una chava alivianada de los setenta, éste no es el paraíso sino la frustración total. Porque, como la mayoría de nosotras, vive a la defensiva, convencida de que el amor debe ser un estado transitorio de felicidad, un lago apacible en el que hay que detenerse sólo un momento para recrearse y retornar con energías renovadas al mundo real.
No soporto el paraíso es una novela entrañable sobre un personaje que podría ser cualquiera de nosotras. Un retrato a veces despiadado de los errores que solemos cometer las mujeres en nombre de nuestra reivindicación. Pero echando a perder se aprende, dice la sabiduría popular, y Esther Charabati ha escrito una novela que desborda vitalidad y pasión y que, como el amor mismo, nos hace sufrir gozando.