Cuando el 13 de mayo de 1943 se rendían las últimas tropas del mariscal de
campo Giovanni Messe a los británicos, terminaba una de los más interesantes
hechos de armas de la Segunda Guerra Mundial, la participación de un ejército
acorazado alemán en África del Norte. El Generalleutnant Erwin Rommel fue el
hombre elegido para dirigir las tropas del Afrika Korps, ejército que
terminaría transformando la estrategia mediterránea tanto de Alemania como de
sus enemigos. Por primera vez se libraba en el Norte de África una guerra
moderna, móvil y ágil, realizada en un entorno hostil para hombres y máquinas,
que ponía a prueba el talento, el ingenio y la resistencia de los
combatientes.