Pero el proyecto que nos ocupa tiene que cuestionar asimismo, por necesidad, las jerarquías en todos los ámbitos imaginables. Debe acarrear, entonces, una renuncia a la dominación y a la explotación, una renuncia que parece evidente en la actitud del pescador mexicano. Se trata, por decirlo de otro modo, de huir de la búsqueda de lugares prominentes que nos sitúen por encima de los demás, de escapar a la tentación que ofrece la pirámide social. Y semejante actitud tiene que traducirse en un rechazo de algo bien notorio en el escenario presente: “Las tareas domésticas, los trabajos manuales, los intercambios de conocimientos y de actividades similares son degradados a actividades para los ociosos, los improductivos, los muy pobres o muy ricos”