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Simon Leys

George Orwell

  • Adal Cortezcompartió una citael año pasado
    Es el triunfo del estereotipo: la palabra convertida en consigna, convertida en respuesta automática, convertida en orden, convertida en código mercantil, convertida en permanente suspensión y aplazamiento de los problemas. Cada desencuentro entre palabra, experiencia y pensamiento produce un estereotipo. Como un desierto que produce más desierto. Y ese mismo desacople ha desarticulado también el pensamiento crítico que, al no asumir positiva y creativamente la crisis de palabras, se limita a repetir las que funcionaron en su día para abrir la realidad y hoy también han cristalizado en estereotipos.
  • Adal Cortezcompartió una citael año pasado
    El problema de la «crisis de palabras» remite profundamente al desencuentro entre palabra, experiencia y pensamiento. En el espacio que se abre en ese desencuentro, en lugar de hablar nosotros, somos hablados por distintos lenguajes (administrados por sus expertos y especialistas) que se hacen cargo de definir y describir la realidad en nuestro nombre: el lenguaje mediático define la actualidad; el lenguaje publicitario nombra nuestros deseos; el lenguaje terapéutico describe nuestro malestar; el lenguaje securitario habla de nuestros miedos; el lenguaje empresarial de las competencias dice nuestras capacidades, etc.
  • Renato Castrejóncompartió una citahace 5 años
    Resulta bien curiosa una época en que las trivialidades más básicas se consideran paradojas. Sin embargo, cuando durante todo el siglo XX las ambiciones históricas de la izquierda (y más aún de la extrema izquierda) han podido volverse tan fácilmente contra los pueblos, cuando el «progresismo» y la «modernización» se presentan como la simple verdad idealizada del capital106, es tiempo de adoptar abiertamente y sin complejos un cierto conservadurismo crítico que, hoy por hoy, representa uno de los pilares necesarios para cualquier crítica radical de la modernidad capitalista y de las formas de vida sintéticas que pretende imponernos. Este fue, en todo caso, el mensaje de Orwell. A nosotros nos corresponde restituir a su idea de un anarquismo conservador la dignidad filosófica que le corresponde en los diferentes combates de la nueva Resistencia.
  • Renato Castrejóncompartió una citahace 5 años
    sí pues, es lógico que el miedo patético por parecer «desfasado» en algo, sea lo que sea, un miedo que se erige en pensamiento en la mayoría de los intelectuales de izquierdas, haya acabado por sellar la actual unión entre el Futuro radiante y el Cibermundo, con su complemento espiritual, el espíritu «liberal-libertario» que domina el mundo mentiroso del espectáculo y de los medios de comunicación.
  • Renato Castrejóncompartió una citahace 5 años
    En otras palabras, el capitalismo es, por definición, un sistema social autocontestatario, cuyo auténtico imperativo categórico consiste en la disolución permanente de todas las condiciones existentes. La izquierda moderna –esto es, la que ni siquiera tenía la excusa de enfrentarse realmente a los poderes tradicionales del Antiguo Régimen, ya que en su mayoría estos desaparecieron tras las dos guerras mundiales–, con su empeño por definirse pura y simplemente como el «Partido del cambio» y como el conjunto de las «Fuerzas de progreso», estaba abocada a encerrar definitivamente a los trabajadores y a la gente humilde en una trampa histórica.
  • Renato Castrejóncompartió una citahace 5 años
    ero como bien ha demostrado Arno Mayer en La persistence de l’Ancien Régime, ello significaba olvidar que la base económica y social de dicho orden seguía siendo, todavía en 1914, fundamentalmente agraria y aristocrática. En estas circunstancias, el llamamiento de la izquierda a innovar en todos los planos del orden humano y a romper con todo atisbo de mentalidad «arcaica» y «conservadora» se confundía forzosamente con las exigencias culturales del capitalismo liberal que, efectivamente, nada tiene que ver con la tiranía de la Iglesia, la nobleza o el ejército. En realidad, está vinculado a un tipo de civilización que puede ser cualquier cosa salvo conservadora, como Marx, antes que J. Schumpeter y D. Bell, había señalado claramente:
  • Renato Castrejóncompartió una citahace 5 años
    Indudablemente, la necesidad experimentada tan a menudo por Orwell de volver a legitimar un cierto grado de «conservadurismo» se deriva seguramente del imperativo de proteger el civismo y la lengua tradicional contra los efectos de la dominación de clase. Efectivamente, ninguna sociedad decente puede existir, ni siquiera concebirse, si, de acuerdo con la tradición apocalíptica fundada por San Juan y San Agustín, persistimos en celebrar la llegada del «hombre nuevo» y predicar la necesidad de hacer «tabla rasa» con el pasado. Por tanto, no podremos «cambiar la vida» si no aceptamos tomar los apoyos apropiados sobre un vasto patrimonio antropológico, moral y lingüístico cuyo olvido o rechazo ha conducido siempre a los intelectuales «revolucionarios» a edificar los sistemas políticos más perversos y asfixiantes que haya habido. En otras palabras, ninguna sociedad digna de las posibilidades modernas de la especie humana tiene la más mínima posibilidad de existir si el movimiento radical no es capaz de asumir claramente un cierto número de exigencias conservadoras. Esta es, pues, la última y primordial lección de 1984: el sentido del pasado, que incluye necesariamente cierta aptitud para la nostalgia, constituye una condición absolutamente decisiva para cualquier empresa revolucionaria que no se resigne a ser una variante inédita de los errores y los crímenes ya cometidos.
  • Renato Castrejóncompartió una citahace 5 años
    Así pues, el elogio de la common decency y la correspondiente crítica al resentimiento y a la voluntad de poder son indudablemente la marca de fábrica del socialismo orwelliano. Para él, el verdadero revolucionario no es un puritano impulsado por lo que Spinoza denominaba las «pasiones tristes», sea la que sea la máscara positiva que la retórica ideológica haya sabido imponerles. Su decencia «innata», su generosidad natural y, sin duda, su sentido del humor lo sitúan en las antípodas de ese «mundo de odio y eslóganes»98 que, de Netchaiev al Che Guevara, ha sido el elemento natural donde chapoteaban las inteligencias totalitarias99.
  • Renato Castrejóncompartió una citahace 5 años
    El progreso de nuestro mundo será la progresión hacia más dolor. Las antiguas civilizaciones pretendían basarse en el amor o en la justicia. La nuestra se funda en el odio. En nuestro mundo no habrá más emociones que el miedo, la rabia, el triunfo y la humillación. Todo lo demás lo destruiremos, todo.
  • Renato Castrejóncompartió una citahace 5 años
    ste «puro deseo de poder», es decir, la necesidad psicológica de tener al otro a su merced, puede manifestarse en muchos grados. Los primeros son evidentes en las relaciones cotidianas entre los individuos: así por ejemplo, el placer maníaco que algunos experimentan controlando constantemente lo que dicen y hacen los demás, manipulando su tiempo u organizando sus vidas. En un grado más desarrollado, se aprecia también el extraño gusto por dar órdenes, por «vigilar y castigar», por vejar y humillar.
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