En lo que a mí respecta, así es hasta la posibilidad de este libro, hasta ese instante en que mis palabras resbalan por la curva de vuestros labios, hasta esas páginas blancas que soportan mi trazo o, más bien, el trazo de quienes caminaron delante de mí, por mí. He avanzado en la huella dejada por sus pasos como en un ensueño donde el perfume de una peonía abierta no es ya un olor, sino un florecimiento; donde el rojo profundo de una hoja de arce en otoño no es ya un color, sino una gracia; donde un país no es ya un lugar, sino un arrullo